jueves, 22 de diciembre de 2016

RECUERDOS DE ATLÁNTIDA: MINOS Y TESEO

La isla de Creta, situada en el mar Egeo, constituye un eslabón tectónico entre las cordilleras alpinas del Peloponeso (Europa) y de Anatolia (Asia). Es una isla montañosa, con pocas llanuras y con alturas de más de 2000 metros (por ejemplo, el monte Ida, con 2456 m.). Los terrenos llanos de mayor extensión e importancia, donde se desarrollaron las ciudades de la civilización cretense, son los llanos costeros de Heraklion, al norte, y de Mesana, al sur.

El poblamiento de Creta data de la época neolítica. Desde el tercer milenio antes de Cristo fue el centro de la civilización minoica, desarrollada en tres grandes periodos hasta el año 1000 a. C. El arqueólogo sir Arthur Evans observó el carácter distintivo de la civilización de Creta de acuerdo con sus hallazgos y propuso llamarla "minoica" en recuerdo del legendario rey Minos de Cnossos. Asimismo, creyó definir tres periodos dentro de esta civilización.

El periodo minoico primitivo (2600-2000 a. C.) se localiza en la parte oriental de la isla como evolución del neolítico. En la arquitectura de esta época, los muros de los edificios se construían con ladrillos sin cocer; gradualmente, la construcción se fue cuidando y se introdujeron materiales más sólidos y ricos. Los primeros núcleos urbanos aparecieron en la isla a finales de este periodo: Festos, en el sur; Cnossos y Mallia, en la Creta central. El trabajo en marfil, importado de Egipto, se practicó durante esta etapa. La cerámica "geométrica" minoica es el estilo más antiguo, donde dominan los colores rojo, negro y blanco, con decoración lineal, curva o espiral. Los vasos de piedra y objetos de metal testifican la natural influencia asiática.



El periodo minoico medio (2000-1450 a. C.) corresponde con la época de esplendor en que Creta extendió su influencia por todo el Mediterráneo oriental.

A comienzos del minoico medio, los tres centros de Festos, Cnossos y Mallia dominaban la vida artística y comercial de la isla. Las ciudades no conocieron las fortificaciones; en ellas, las construcciones destacadas fueron los Palacios de Festos, Cnossos y Mallia. Por sus dimensiones y riqueza, los Palacios cretenses, también llamados Sedes del Tribunal, se pueden comparar a los de Egipto, Mesopotamia y Oriente Medio. Las relaciones marítimas, ya activas en esa época, introdujeron una gran riqueza.

La planta de los Palacios revela la presencia de otros edificios, los cuales se orientan de dentro hacia fuera, según exigencias prácticas, ya que sirvieron como centros de gobierno, sedes administrativas, santuarios, talleres y espacios de almacenamiento. El patio central estaba rodeado de los departamentos reales, tras los cuales se levantaban las habitaciones destinadas a la servidumbre, que serían las expuestas al exterior. Había una especie de cancillería real, cuyas actas se transcriben en la escritura conocida como "lineal A", antigua lengua cretense, antes de 1450 a. C., y "lineal B", lengua griega arcaica, más sencilla. La idea de escribir en tablillas de arcilla procede sin duda de Mesopotamia, con la que Creta estaba en contacto desde antiguo a través de los puertos de la costa siria.

Los materiales empleados fueron preferentemente el mármol y la madera. El interés de estos palacios radica ante todo en los frescos -técnica probablemente aprendida de los egipcios- que decoraban las habitaciones con figuras humanas, vegetales y animales dibujados con realismo.

Junto a los Palacios se encuentran huellas de cabañas y, en las ciudades, casas con terrazas, tumbas con vestigios de alfarería.

La Creta minoica renunció a grabar inscripciones monumentales en piedra. No se encuentran tampoco estatuas, retratos de cabeza ni representaciones en relieve de reyes y príncipes.

La pintura inspirada en la naturaleza, sin figuras humanas, parece haber sido introducida por primera vez en el Mediterráneo en la isla de Creta: por ejemplo, los frescos de los delfines y los peces de Cnossos y el del gato al acecho de un pájaro en Hagia Triada. La ejecución de las flores -azafrán, lis, rosa, hiedra- representadas sin relieve, es atrayente, de sumo gusto y muy decorativa.



Las pinturas con figuras humanas llenas de gracia, alegría y movimiento en Cnossos también son relevantes: las llamadas "Damas de azul", "Dama oferente", "Parisiense", "Príncipe sacerdote", "Capitán de los negros", "Copero", etc. También hay escenas de circo y de tauromaquia. El artista cretense rompe voluntariamente la monotonía de los desfiles y procesiones, e introduce la asimetría, la inestabilidad y tipos individuales.

No debe olvidarse que Creta civilizó a los aqueos. La cerámica del minoico medio se encuentra en todo el mar Egeo, en Argólida (Asine), en las islas Cícladas (Delos), en Fenicia (Ugarit) y en Egipto. La cerámica minoica llamada "de Camares" se corresponde con los temas de las pinturas y supone el triunfo de la brillantez cromática y del naturalismo con temas marinos: pulpos, conchas, delfines, etc. El llamado "estilo del palacio" imprime en la cerámica los temas naturalistas desarrollados esquemáticamente.



De sumo interés fueron los marfiles usados para crear figuritas humanas, sellos, ídolos, brazaletes, etc., la industria de los vasos de piedra, frecuentemente esteatita (piedra blanda) y alabastro, y los trabajos  de vasos y copas de bronce, de forma elegante, encontrados en Hagia Triada, Mallia, Cnossos, etc.

Hacia 1700 todos los Palacios fueron incendiados, seguramente por la invasión de los primeros aqueos llegados del Peloponeso. Poco después, los Palacios se reconstruyen, pero, en adelante, la supremacía del de Cnossos y de una monarquía centralizadora será indudable. Pero también hay viviendas lujosas en Tiliso, Cnossos, Hagia Triada. Las relaciones se incrementan con las islas Cícladas (sobre todo con Melos, rica en obsidiana), con Argólida y por el oeste hasta Sicilia, si es que el nombre histórico de Minoa, dado a ciertas ciudades históricas, corresponde a la fundación de factorías cretenses.

El arqueólogo italiano Luigi Pernier excavó el Palacio de Festos en la Creta meridional. Descubrió un monumento escrito que no tiene igual, el famoso "disco de Festos", con una escritura ideográfica que no se conoce en otra parte. La iconografía del barco, del escudo redondo, del gorro de plumas la hallamos posteriormente en los llamados "pueblos del mar", shirdana, peleset (filisteos), zakkari, danauna y lukka (licios). El origen del disco de arcilla de Festos estaría en alguna de las islas del noreste del mar Egeo o en las vecinas costas de Asia Menor.

Durante esta época de los "segundos Palacios", se limitó la construcción de ladrillos y se usaron gruesos bloques de piedra con sólidos fundamentos. Para sustentar techos y pórticos, se colocaban columnas y pilastras. La columna minoica tenía el fuste cilíndrico o tronco-cónico de madera, bien liso, bien con canales verticales. Los Palacios e incluso las viviendas ricas atestiguan una búsqueda asombrosa del bienestar en cuanto a la limpieza, el agua y las comodidades.



Minos, rey de Creta, era hijo de Zeus y de una mujer fenicia de Tiro llamada Europa. Europa fue llevada a Creta por Zeus, que se había transformado en un toro blanco. Europa tenía dos hermanos: Cadmo, que llevó el alfabeto a Grecia, y Cílix, que dio nombre a la región de Cilicia (en la actual Turquía).



Minos pidió a Poseidón que hiciese surgir del mar un toro blanco y le prometió que se lo sacrificaría en su honor. Minos quería demostrar que los dioses estaban dispuestos a concederle todos los deseos, pero no cumplió su promesa y decidió conservar el hermoso animal. Poseidón se vengó inspirando a Pasifae, esposa de Minos, una irresistible pasión por el toro, del que concebirá a Asterión, llamado Minotauro; éste era un monstruo híbrido con cabeza de toro y cuerpo de hombre.

Cuando el rey Minos descubrió el nacimiento de Minotauro, lo ocultó con horror a todas las miradas encerrándolo en el Laberinto que su arquitecto Dédalo había concebido. El Laberinto era una maraña de salas y corredores donde todo aquel que entraba terminaba perdido, sin poder encontrar la salida. Representa la imagen de los edificios principescos del periodo minoico cretense. Su mismo nombre, "laberinto", recuerda el  nombre oriental Labris, Lábaro, esto es, la "doble hacha", emblema religioso y símbolo de la autoridad real. El Laberinto también puede ser considerado imagen del reino de la muerte.



El nombre de Minos como rey o como dinastía refleja la potencia de la "thalassocracia" cretense que, desde el segundo milenio antes de nuestra era, se extendió por todo el mar Egeo. El tributo humano que Creta exigía a Atenas es testimonio del eco legendario de su poder. Minos impuso a los atenienses la entrega periódica de siete jóvenes y de siete doncellas para el Minotauro, en venganza de la muerte de su hijo Andrógeno en la lucha contra Atenas.

El príncipe ateniense Teseo, hijo de Etra y de Egeo, y a la vez de Poseidón, decidió oponerse a tal sangría y se ofreció para compartir la suerte de los desgraciados jóvenes, condenados a morir devorados por el Minotauro. Encerrado con sus compañeros en el Laberinto, Teseo se enfrentó con el monstruo, lo mató y consiguió salir del inextricable recinto gracias al hilo que le había dado Ariadna, la hija del rey Minos, enamorada de Teseo.

El sentido histórico es que Teseo liberó a su patria de la servidumbre económica respecto de Creta. La leyenda del Minotauro parece otra reminiscencia del culto cretense al toro.

El sentido psicoanalítico del mito es que Teseo se enfrentó a sus miedos, a sus pasiones subconscientes, para recuperar la conciencia, la identidad, la orientación de su destino. Este sentido se completa con los otros detalles de su vida: previamente fue educado por su abuelo; después, informado por su madre, desenterró la espada y las sandalias de su padre Egeo levantando una enorme roca y recobró las pruebas de su identidad, necesarias para ser reconocido como hijo legítimo y como sucesor real en Atenas. Regresó a Atenas por el istmo de Corinto, por donde acabó con la vida de diversos bandidos (entre ellos, Procustes). Ya en Atenas, tuvo que enfrentarse a sus primos, los cincuenta Palántidas, y los mató para que no se apoderaran del trono.

La figura de Minos aparece como el primer soberano de Cnossos al que se atribuye haber civilizado a los cretenses. Murió en Sicilia como víctima de la astucia de las hijas de Dédalo. Sus dotes como legislador prudente y sabio le valieron el honor de convertirse, después de su muerte en Sicilia, en uno de los jueces de los muertos, junto con Éaco y Radamantis, en el Hades.

"El cretense Radamanto ejerce aquí un imperio durísimo. Indaga y castiga los fraudes y obliga a los hombres a confesar las culpas cometidas y que vanamente se complacían en guardar secretas, fiando su expiación al tardío momento de la muerte. Al punto de pronunciada la sentencia, la vengadora Tisífone, armada de un látigo, azota e insulta a los culpados, y presentándoles con la mano izquierda sus fieras serpientes, llama a la turba cruel de sus hermanas [las Furias]». (Eneida, Libro VI)

Muchas de las manifestaciones colectivas, conocidas a través de los frescos o de las estatuillas, pueden haber tenido una significación religiosa: cortejos o procesiones, paseos en carro tirado por mulos o caballos, juegos de tauromaquia, con mujeres acróbatas, sin muerte final del animal.




La divinidad femenina (Gran Madre) de Creta y de Micenas estaba simbolizada por el pilar y el hacha y era la personificación del principio femenino, que favorece las crías de los animales, hace reverdecer los campos, da sus frutos y posiblemente reina también en el mundo subterráneo, a donde van las almas de los escogidos después de a muerte. Esa diosa parece haberse desdoblado en varias de las divinidades femeninas de la Grecia clásica. De la personificación de sus diversos atributos se formaron los mitos de Hera, Artemisa, Deméter y acaso Atenea.


ARTEMISA
 representada por Jorge Apperley

Es sabido que el templo que los griegos consideraban más antiguo de la Grecia clásica, el de Hera, en Argos, fue de origen prehelénico. Por las excavaciones se ha comprobado que era la misma divinidad que veneraban los príncipes prehelénicos en el castillo de Tirinto, la cual después se instaló en Argos, la ciudad dórica de la llanura vecina. En Olimpia, había un templo más antiguo que el de Zeus: el templo de Hera, porque el culto a esta diosa era más antiguo que el de Zeus (aportado por los dorios). Los mismos Juegos Olímpicos eran presididos por una sacerdotisa.

Algo parecido ocurre con Atenea, la cual parece corresponder a una divinidad femenina prehelénica, como parece testimoniar la representación conservada en el Museo del Louvre (París) en que vemos a Atenea adornada con serpientes, quizá como recuerdo de su origen cretense. Atenea se convirtió en la divinidad femenina de los reyes de Atenas.

Más evidente es el carácter prehelénico de la diosa infernal Perséfone, que gobierna en el reino de ultratumba. En Creta se la ha encontrado con un vestido cubierto de serpientes, alusión a su morada subterránea. Sus símbolos fueron el pilar y el hacha. La columna o pilar defendido por dos leones en la entrada de Micenas es el símbolo de la misma diosa de Creta. La diosa prehelénica de pechos desnudos reina en el Hades, con un león que guarda la entrada del mundo subterráneo y un grifo delante de su persona. Son ninfas con cabeza de animal las que conducen las almas que han sido transformadas después de pasar por la crisálida del cuerpo.

Sin embargo, donde se encuentran más supervivencias del culto prehelénico es en los oráculos y en los misterios. Antes de los sacerdotes dorios del santuario de Zeus en Dodona, hubo en Dodona un santuario de la diosa prehelénica y unas sacerdotisas, llamadas "palomas", acaso porque para adivinar el porvenir se valían, como presagio, del vuelo de las palomas del santuario.

Según la tradición, el santuario de Delfos, situado en un barranco profundo del monte Parnaso, fue primeramente encomendado a una profetisa. Al oráculo se le llamaba "el oráculo de la Tierra", e incluso una tradición asegura que el primero que profetizó en Delfos fue un sacerdote llegado de Creta. Todo esto ocurría antes de la llegada de los dorios y antes de la conquista del santuario por el dios Apolo. En los escritos de los antiguos nunca se comentaron con irreverencia las palabras del oráculo.

La religión está dominada, pues, por un principio femenino, de fecundidad, que denotaría influencias orientales. La divinidad suprema es una Gran Madre, servida de sacerdotisas de henchidos senos, que manipulan serpientes. Abundan los "cuernos de consagración". Los ritos agrarios son frecuentes, y los sacrificios, raramente cruentos, consisten en ofrendas de productos del campo. La presencia de animales fantásticos, grifos y monstruos diversos demuestra una influencia mesopotámica.



Alrededor del año 1500 a. C. se produjo en el mar de las islas Cíclades una de las más terribles catástrofes naturales: la explosión del volcán de la isla de Tera, llamada también Santorini. Con seguridad la explosión de Tera fue precedida y seguida por terremotos en la misma Creta, los cuales dejaron en ruinas los palacios, ciudades y pueblos que no habían sido alcanzados por las olas del mar Egeo.

Hacia el 1450 a. C. una nueva catástrofe se abate sobre Creta, cuyos Palacios y ricas viviendas resultan incendiados y saqueados. En Grecia se observa un repentino enriquecimiento de los príncipes locales y la huella directa del trabajo de artistas cretenses.

En el periodo minoico tardío (1450-1000 a. C.) la isla fue ocupada por los aqueos de Micenas y su arte es diferente. Se reconstruyó casi exclusivamente el Palacio de Cnossos, alejado unos cinco kilómetros de la costa norte de la isla. Los autores de la reconstrucción eran griegos, continuaron la vida en Cnossos manteniendo exteriormente las antiguas formas, pero la rigidez y la falta de vida de las obras de arte surgidas en esta época muestran con claridad que la cultura cretense antigua estaba acabada.

http://todosobrelemuria.blogspot.com.es/2015/06/el-recuerdo-de-la-atlantida-perseo.html

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