viernes, 3 de noviembre de 2017

El Latido del Guerrero, de Darío Méndez Salcedo




Resulta sorprendente ver en la primera obra publicada de este joven autor una voz y una forma de pensar y de escribir que no se suma de modo gregario a lo que se lleva en la narrativa, o sea, a esos códigos no escritos que las editoriales, los medios y las políticas de manipulación cultural utilizan como filtro para impedir el acceso a los autores más creativos que no se ciñen a esos códigos no escritos, pero pérfidamente dirigidos, que coartan y adocenan la libertad expresiva.

Esta novela trata de temas vivenciales propios de la existencia de cualquier persona del mundo actual. Aunque los sitúa en un mundo imaginario y con personajes que parecen de una época mítica, se trata de dilemas vitales que urgen actualmente a los seres humanos.

La novela traza el itinerario vital de dos jóvenes: uno, Tareent, en el mundo rural, que se ve obligado a ir a la ciudad; otro, Orel, criado en palacio, que tiene que gobernar al ser elegido rey. Los dos tratan de dar sentido a sus vidas y tienen que mantenerse fieles a sus principios, a sus ideales, aunque sea doloroso. “Cada ser humano define su más profunda esencia (…) por cómo encara su sufrimiento”, dice uno de los personajes.

Ciertamente es asombrosa la minuciosidad analítica del joven autor respecto de los ciclos vitales y psíquicos de los dos protagonistas de la novela. Es una obra de introspección, sobre todo la historia de Tareent, que se basa en la notas de su diario. Esto da pie a otra perspectiva respecto de la distancia del narrador hacia lo narrado y la pasión por la historia personal, lo objetivo y lo subjetivo, lo leído y lo vivido.

Existen hechos épicos, externos, y peripecias, que hacen que el relato tenga lo que se llama convencionalmente acción, pero no debemos olvidar nunca que hay acciones interiores. Y esta novela es de mucha acción interior; por eso se llama “El latido del guerrero”, porque este se define tanto o más por la acción interior que por los hechos externos. Acciones interiores son motivaciones, dudas, ensoñaciones, sentimientos, pensamientos, reacciones, arrepentimientos, odios, ansia de inmortalidad, o de poder, etc.

La profundidad del escritor Darío Méndez Salcedo por un lado respalda esa caracterización interna de los personajes, por otro dota a su novela de una altura de conceptos de gran alcance filosófico, jurídico, político-social, ecológico, que se refleja en los atisbos escritos acerca de la religión y la magia de las tierras míticas de Adamús y de Jabather en que se desarrolla la acción novelesca y que han sido dibujadas por María Calderón.

Destacamos por tanto algunas frases que merecen atención:

Cuando dice cierto fugitivo que la acción vale no porque cambia el mundo sino porque cambia a las personas, se recalca lo que dijimos antes: hay acciones importantes que son internas, psíquicas, morales.

El hombre debe traer con sus actos la Justicia al mundo; se hace responsable de su parte en el mundo. Encarna la Justicia en su vida.

La Justicia siempre encuentra aliados. La Justicia con mayúsculas es incondicionada y la justicia en pequeño de la gente mezquina tiene carácter instrumental para otros fines y no es más que la justificación del ansia de placer y de satisfacer deseos.

Dice Orel, ya como rey Òrabla, “no me refiero a una paz legal que todos aceptan, sino a una paz efectiva que nadie defiende”, que trasciende lo escrito y lo intelectual para instalarse en el corazón y en la vida de los ciudadanos.

El héroe encuentra la inmortalidad en la Justicia verdadera; es posible que el hombre se abra a las enseñanzas y a la inspiración del arte, de la filosofía y de la religión.

Todos somos chispas del Lagás, hijos de la llama, hijos de los dioses. Es posible que el ser humano adopte como propio lo más excelso de la humanidad.

“Sólo quien escapa de su humanidad existirá para siempre”. Es posible que el hombre sea capaz de desligarse de sus más tenebrosos impulsos y sentirse libre de su determinismo animal.

“La auténtica fe no niega nuestra maldad ni la esconde en el paraíso sino que la reta, la enfrenta y se bate (…) contra ella”.

Resulta muy acertado, por misterioso y sobrecogedor, el apartado “Dominios espirituales de la Magia y de los Sueños” del capítulo 7 del libro.

En otros capítulos se ve la pulsión rebelde de Tareent hacia la explicación antimágica y sólo racional de la curación y del uso de las plantas. Si el hombre tiene una dimensión trascendente, la medicina también debe en consecuencia tratar la parte trascendente del hombre, de las plantas y de los elementos naturales en general. Por aquí entramos en el aspecto del verdadero ecologismo, que no debería ser puramente materialista, y que debería consistir en amoldarse a las leyes naturales y no ir contra ellas.

“¿Quieres aprender de la vida? Quédate hasta llamar a cada árbol por su aroma”, es una de las sentencias líricas que menudean en este libro.


Darío Méndez Salcedo ha publicado, después, las novelas El pintor del infinito (2018), Norteña. Una novela de heavy metal (ediciones Ende, 2018) y En el valle del ocaso (Platero Editorial, 2019).

BOOKTRAILER
El Latido del Guerrero, de Darío Méndez Salcedo; editorial adaliz, Sevilla, 2017

El latido del guerrero

https://youtu.be/Sn6C4S4d8nc

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