domingo, 30 de noviembre de 2014

LOS EGIPCIOS DE LA ANTIGÜEDAD EN EL SUR DE ESPAÑA

En su libro “Tartesos”, el historiador Jorge Alonso señala que es de dominio común la diferencia de rasgos psíquicos entre las poblaciones del sur y del norte de la península ibérica. Es algo muy antiguo y se ha mantenido a lo largo de todas las épocas, antes de la presencia árabe.

Parece probable que, hacia el año 2200 antes de Cristo, los “buscadores de metales” de procedencia desconocida que entraron por el suroeste de nuestra península fueron los antecesores tartésicos. El historiador Flavio Adriano dice que Tartesos fue una fundación egipcia. Además, está documentado: estuvieron en el área andaluza, en recintos amurallados, con cementerios. Para Jorge Alonso los “metalúrgicos” pudieron ser egipcios, o “etíopes”, como fueron llamados posteriormente por los turdetanos en sus leyendas más remotas. Existen rastros arqueológicos e históricos que prueban unas fortísimas y continuadas relaciones del sur peninsular con Egipto.

La tradición de que los egipcios o etiopes, como solía llamárseles, conquistaron España aparece en testimonios clásicos (Escimno, Salustio): los etíopes se extendieron antaño hasta Eritrea (las islas de la desembocadura del Guadalquivir) y después de la muerte del Hércules egipcio en España, su ejército pasó de España a África. El Hércules a quien se daba culto en Cádiz, en Santi Petri, era el egipcio. El Heracles o Hércules egipcio “avanzó contra la cercana Eritrea cuando capturó a Gerión y las vacas” (Filostrato). Existía en Egipto una ciudad con el nombre Heracleopolis, que traía su denominación del famoso héroe Heracles. Según la mitología, Gerión tenía una hija, Eritea, que engendrará con Hermes, otro dios egipcio, a Norax, el rey tartésico que llevó a cabo la colonización de Cerdeña (la cultura nuragh de las “tumbas de los gigantes” y otros enclaves megalíticos). Las Columnas de Hércules se llamaron a veces el paso de Hermes. Y, antes de la llegada de éste, habían pertenecido a los Libios.
Dos nombres geográficos están significativamente en Egipto y en Tartesos: los habitantes más cercanos del Mar Rojo (Eritreo) son los egipcios, no los fenicios, y las islas Eritreas, sede de los Tartesos frente a la bahía de Cádiz, son otra prueba del origen de sus pobladores. El “monte Kassio” de Tartesos tiene su correlativo en Egipto, donde separa la nación egipcia de la siria y se sitúa en el atajo más breve entre el mar Mediterráneo y el Eritreo, según el historiador Herodoto.
Entre los reyes míticos de España se encuentra Busiris, el opresor de los atlantes, hijo de Neptuno y Libia. En el delta del Nilo una ciudad se llamó también Busiris (la actual Bahabeis). El lago Ligustino de Tartesos fue llamado también “Libico” en la antigüedad, como alusión a los pueblos africanos que poblaron sus alrededores. Hay, por otra parte, mayor identidad entre la escritura tartesia y el egeo-egipcio que entre el tartesio y el griego, el fenicio o cualquier otro alfabeto.
 Egipto estuvo presente en el “País de Occidente” (Hesperia) por la necesidad de los suministros de minerales, unas veces dirigidos por particulares, otras por parte de los mismos faraones, que los ordenaban por mar o por tierra. Costeando Libia, desde la edad de Bronce, se descubrieron las Columnas de Hércules, que quedaron como lugar sagrado, fronterizo con lo desconocido. La ciudad de Almuñécar, la antigua Sexi, es la más antigua de Occidente. Cuando Estrabón relata las tradiciones conservadas acerca de la fundación de Cádiz, indica que la urbe de Sexi ya existía. Con respecto a la navegación se puede considerar que los egipcios eran los maestros, y los fenicios los discípulos, no al revés. No creemos que sea el Sesac de la Biblia (el faraón libio Shoshenk) el referente de la fundación de Sexi. Es demasiado tardío en el tiempo.
La población de la costa granadina ofrece otras pruebas de esta remotísima presencia. En un antiguo manuscrito, del siglo XVII, de la Biblioteca Nacional sobre la ciudad de Almuñécar se dan noticias sobre tumbas de egipcios, especificando claramente que no eran fenicios. El notario de la iglesia levantó un relato exacto del hallazgo. Por otro lado, en el cerro de piedra donde hoy se levanta el templo mayor de la ciudad apareció un ataúd con letras jeroglíficas y siete signos del culto solar, además de otras curiosidades.
Hay otros monumentos antiguos de Almuñécar. Entre ellos, sobre el peñasco que se adentra hacia el mar, había un obelisco o pequeña pirámide (descrito por Al-Idrisi: “edificio cuadrado que parece una columna, ancha en su base y estrecho en su parte superior”) Y allí había antecedentes de arte egipcio muy antiguos: un vaso de piedra con una cartucha de Apopi Auserre, faraón hicso del siglo XVII a. C. El vaso egipcio de Apofis I es de excepcional importancia histórica por ser el documento escrito más antiguo hallado en la península ibérica. El material es mármol gris veteado. En el cuello y en el borde superior lleva sendas inscripciones jeroglíficas referentes al faraón hicso Aauserre Apofis I de la dinastía XV y a su hermana real Charudyet, conocida por primera vez gracias a este hallazgo de Almuñécar. La inscripción circular del borde superior dice: “El dios bueno, señor del doble país, cuyo poder alcanza victorias totales que no hay país exento de rendirle servicio, el rey del alto y bajo Egipto (Aauserre), el hijo de Re (Apofis), dotado de vida, y la hermana real Charudyet, que sea dotada de vida.”




Al excavar una necrópolis de Almuñécar han aparecido varios vasos de alabastro con inscripciones egipcias; el primero, de forma ovoide alargada. A la altura de las asas, lleva inscripción jeroglífica con la cartela del faraón libio Takelot. En las siguientes sepulturas, vasos semejantes que se guardan en el Museo Arqueológico de Granada. Parecen fabricados en Egipto, con signos jeroglíficos, entre los que aparecen cartuchos reales con los nombres de los faraones libios Takelot, Sheshonk y Osorkon. El historiador Gamel-Wallert ha traducido la leyenda del vaso mayor de la primera tumba y el mensaje echa por tierra las explicaciones de que estos vestigios son de manufactura fenicia o mercancía traída por fenicios. Hay que aceptar la presencia de importantes grupos o colonias egipcias en el sur peninsular, en ciudades donde hubo tradiciones o influencias de su nacionalidad primitiva. La agrupación de estos vasos en las tumbas de Sexi sugiere una razón de afinidad étnica o religiosa.



Astarté en el Museo Arqueológico de Sevilla

Por toda España hay hallazgos sorprendentes: una estatuilla sedente de la diosa Astarté, en estilo saita del siglo VIII a. C., en el Museo Arqueológico de Sevilla; una estatuilla de bronce con máscara de oro del dios egipcio Ptah, del siglo VII-VI a. C., en el de Cádiz; otro alabastro con jeroglíficos se halló en las proximidades del río Barbate; pequeños ídolos, amuletos de vidrio y reproducciones de dioses egipcios (uno de ellos, Astés, que en el “Libro de los Muertos” vigila las almas para que sigan su camino) en Cádiz; varios vasos de alabastro en la facultad de Filosofía de Sevilla; una estatuilla del dios egipcio Harsomdus hallada en Barcelona, una figura del dios egipcio Harpocrates descubierta en Andalucía, vasos egipcios de alabastro descubiertos en Torre del Mar y dos urnas gemelas, semejantes a las de Almuñécar, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid; en el tesoro de Aliseda, aceptado como tartésico, aparece, entre las joyas orientalizantes, una botella de vidrio con inscripciones egipcias; en las islas Baleares, placas votivas asociadas a dioses antiquísimos y una estatuilla egipcia en una taula menorquina.


Melkart caracterizado como Osiris, en el Museo Arquelógico de Cádiz

No puede darse siempre la misma razón (los vestigios egipcios se deben al tráfico comercial fenicio), sino que, más bien, el gusto orientalizante de Tartesos debió de tener un origen en el común vínculo racial. Se aprecian inquietantes coincidencias del arte tartésico con el país del Nilo. En las diademas con un alto cuerpo circular se trata de imitar el “Ureus” faraónico de la corona real. Se halla en los pendientes de algunos tesoros el halcón, símbolo egipcio por excelencia, con orfebrería semejante. 
En las mismas tumbas de Almuñécar han aparecido varios escarabeos, piezas de orfebrería cuya símbolo (el escarabajo) se relaciona con el sol y la inmortalidad. Piezas semejantes surgen por todo el sur peninsular, en Cádiz (anillos con escarabeos), en Emporion (excepcionales, porque se cosían sobre el pecho de las momias y no se hacían para exportarlos fuera de Egipto), en Tarragona, en la cuenca del Ebro, en Portugal (con el nombre de Psamético), en Marruecos (con el signo de Amenofis III).


Museo egipcio de Barcelona

Otro paralelismo singular entre tartesios y egipcios descansa en su concepción religiosa. Egipto ha pasado a la posteridad como el pueblo constructor de monumentos funerarios por excelencia. Sus ritos, su culto a los muertos, su rigurosa preparación para la vida de ultratumba han tenido quizá un rival en las poblaciones megalíticas andaluzas.
El paso de estos “buscadores de metales” de Europa está relacionado, con toda seguridad, con los nuevos ritos funerarios y el culto a los muertos, con una grandeza que no se ha producido en ningún otro momento de la historia. Sus gentes son enterradas en sepulturas subterráneas, en cámaras excavadas en la roca, en grandes salas cubiertas con falsas cúpulas.
Es evidente que estas ansias de inmortalidad o culto a los antepasados –dice Jorge Alonso- tiene un paralelismo con los constructores de pirámides. Algunos historiadores españoles (como Maluquer) han llamado a los cementerios tartesios, como en Egipto, “ciudades de los muertos”, señalando que su esmerada construcción contrasta con la descuidada arquitectura de los poblados.
Estas ideas del más allá, sustentadas por los “metalúrgicos del sur”, hicieron que buena parte de Europa se plagara materialmente de monumentos megalíticos, distintos en aspecto y formato, pero inspirados en el mismo sentimiento ante la muerte. Los expertos reconocen, a regañadientes, que esta influencia religiosa viene con claridad de Egipto y que no es posible cerrar los ojos ante su evidencia.
Entre los cultos religiosos de egipcios y tartesios hay grandes concomitancias. El culto solar determinó en Egipto la elaboración de una teología, relacionada con la construcción de los templos solares de las pirámides. Horus, el dios-halcón, es la divinidad del sol incipiente; Khonsu es el dios lunar de Tebas; Atum, el sol de la tarde, de Heliópolis. La religión asociada a las construcciones megalíticas estaba sin duda relacionada con el culto solar. Cultos a las divinidades solares se fueron extendiendo por el occidente de Europa y se atestiguan con las ruedas y los círculos radiados.
Los mismos ‘targi’, hombres azules del desierto, descienden de Osiris, esto es, los egipcios. En la creencia del tuareg se incluye la adoración de la cruz, otro símbolo solar, de los ritos ígneos, que figura en su alfabeto, en sus armas, en los dibujos de las vestiduras, en el tatuaje de frente y manos. Su dios único es Amanai. También tienen creencias en el infierno y en el paraíso, poblado por ángeles, según los estudios de Pierre Benoit.
En Tartesos también hubo culto solar y culto lunar en numerosos templos y lugares especiales. Algunos han llegado a nuestros días, como el templo de la “Luz del Atardecer”, en el término de Sanlúcar de Barrameda. Su culto perduró hasta bien entrados los tiempos romanos.
Otra conexión importante entre los cultos religiosos egipcios y tartesios se relaciona con las ceremonias que ocurrían en el “País del ocaso”. Suponían los egipcios que el reino de la muerte se hallaba en la extremidad occidental del mundo, la parte misteriosa del universo por donde desaparecía el Sol y se alzaba Venus (Véspero), las comarcas sagradas y tenebrosas a donde iba –como menciona el “Libro de los muertos”- la barca del Sol, conducida por los espíritus del bien, en busca de la residencia de Osiris (el Sol de media noche), una especie de campos Elíseos o islas bienaventuradas (Hespérides).



Taremetchenbastet, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid

El  “Libro de los muertos” realmente no es un libro con capítulos, sino un conjunto de himnos funerarios “para salir al día”. Primero estuvieron sólo en las tumbas y cámaras funerarias de las pirámides faraónicas, luego, en los sarcófagos de faraones, nobles y altos funcionarios; al final, en papiros o lienzos de lino, incluso en los enterramientos de ciudadanos particulares. Los textos primeros se componían de fórmulas mágicas que describían el viaje del faraón por el inframundo, alejaban los peligros del Duat, ayudaban a superar el juicio de Osiris y aseguraban un feliz más allá con la incorporación a los dioses en el Aaru o paraíso. Se sabía que la temible serpiente Apopi y otros peligros atacaban en el submundo, de noche, la barca solar de Ra, para que éste no pudiera renacer en la mañana. Pero Shu, dios del aire, protegía a Ra y atacaba a la dañina Apopi. Shu era el fiscal de las almas y determinaba si podían vivir en el más allá. Todo dependía de la perfección moral y espiritual. Recordamos que una versión del “Libro de los muertos” se titula ‘Capítulos para perfeccionar el Ka’. Se trata de liberarse de deseos egoístas, de malas voluntades, de pensamientos perversos. Ra e Isis ayudan al Alma para pasar en barco durante las noches terribles. El hombre verdadero tiene una anatomía oculta, psíquica, bien estructurada, libre de deseos (representados en el demonio Apopi y los demonios de Seth). Así, se cumple la iniciación y el Alma traslúcida puede decir: “yo soy Horus”. Isis es la fuerza psíquica que destruye el egoísmo. Quien cumple esto tiene derecho de “llevar la Serpiente en la frente y sentarse como los otros Osiris se sientan”. Estas almas selectas pueden subirse en la sala de las dos Maat para hacer la confesión negativa (el famoso capítulo 125, Papiro de Ani).
 Los auténticos faraones y hombres verdaderos son, por tanto, “hijos de Ra”, “ espíritus seguidores de Horus”. La psicología original, la más antigua, se enseñaba a la sombra de las pirámides y estuvo ligada íntimamente a los principios religiosos: Ra, Horus, Osiris, Isis, Hermes, Anubis se pueden localizar también dentro del ser humano como fuerzas particulares y luminosas de su ‘esencia’. El objetivo era llevar a la esencia a resucitar en Osiris y al Osiris particular a resucitar en su esencia.
Del mismo modo que este ceremonial del “País del ocaso”, las leyendas sobre la Atlántida, escritas en libros históricos por los sacerdotes de Sais, nacieron en Egipto, aunque entraron en nuestra civilización occidental a través de los helenos.
La barca del sol en los viajes de Hércules a Tartesos; la presencia del perro guardián del infierno, hermano del perro que vigilaba los toros de Gerión; los cultos infernales de Tartesos; el gran número de bosques, promontorios e islotes sagrados en las comarcas tartésicas nos revela una cierta identidad entre las liturgias egipcias y tartésicas.
Continuando con la presencia en España de posibles emigraciones egipcias –dice Jorge Alonso-, interesa tener en cuenta dónde y a qué actividades se dedicaron los núcleos de población tartésica más acreditados. Por los testimonios escritos, sabemos que la capital estaba fundada en una isla, rodeada por los brazos del río. La mayor parte del pueblo egipcio residía en el delta del Nilo. La comarca del sur de España, repleta de esteros, brazos, canales, isletas y temperatura subtropical, tenía que ser semejante y se ajustaba a su hábitat de origen.
Desde la ciudad-estado podían penetrar, como los egipcios por el Nilo, hacia el interior del país por vía fluvial para el comercio, la minería y la agricultura en Córdoba y Jaén. Los tartesios serán, como los egipcios, grandes constructores de canales. El mito del rey Habis de Tartesos, echado a las aguas y devuelto sano y salvo, se parece al de Moisés egipcio. El rey Habis ordenó el trabajo entre sus súbditos, dividiéndolos en siete estratos sociales y profesionales. Según el historiador Herodoto, “la nación egipcia está distribuida en siete clases de personas: sacerdotes, guerreros, boyeros, porqueros, mercaderes, intérpretes y marineros.”
Los pueblos que exploraron Almería dejaron sus vestigios en las minas más antiguas: brazaletes, collares y vasos con doble cavidad (vasos de pie) son reliquias egipcias. La presencia, y el viaje de larga distancia, de este pueblo son lógicos, si pensamos en las navegaciones del faraón Snefru (3ª dinastía) al Líbano; del faraón Sahure (5ª dinastía) al país del Punt; la vuelta a Libia de Necos de Egipto; e incluso considerando la vía terrestre norteafricana desde Egipto hasta Iberia.
Para Jorge Alonso, los emigrantes egipcios se anticiparon en varios milenios al resto de los colonizadores del sur de España. Cuando se atribuyen a Roma, a los godos, a los árabes, a las oleadas castellanas ciertas peculiaridades psíquicas y étnicas de los pobladores actuales del sur de España se está, de alguna manera, falseando la cuestión. Porque el principio no está ahí, sino en un pasado mucho más remoto. En Tartesos hubo primero un periodo de formación egipcio, y, luego, coincidente con los “Pueblos del mar” y los hechos de la “Odisea”, una aportación griega; más tarde, otro periodo orientalizante, fenicio, que integra lo egipcio, lo hebreo, fenicio, chipriota, sirio, jónico; por último, el periodo de la nación turdetana, debido a la penetración de bandas célticas y goidélicas desde el norte y noroeste de la península.
La hipótesis del origen egipcio del vaso campaniforme la han mantenido muchos historiadores (Flinders, Bechelette, Vasisnsky, Martínez Santaolalla), al compararlo con el vaso tasiense egipcio. En poco tiempo, la sociedad de los “buscadores de metales” extendió por todo el occidente europeo, hasta la lejana Inglaterra, el vaso campaniforme y la cultura megalítica.
En los monumentos sepulcrales, hay hachas votivas, de semejanza egipcia, en los Millares, fechadas hacia 2150-2080; hay sandalias, cuyo prototipo egipcio se fecha hacia el 2000 a. C.; una alabarda de basalto de tipo egipcio, en un túmulo de Carmona. En las minas, los iberos extraían el agua del fondo de las galerías con “poleas egipcias”.
Al lado de las construcciones megalíticas de los Millares de Almería, gran poblado fortificado, aparecen los primeros puñales de cobre, de tipo egipcio. Entre los objetos de los monumentos funerarios relacionados con los “colonizadores metalúrgicos” de la cultura de El Argar (orillas de río Antas) hay cuchillos de cobre de hoja curva, semejantes a los del tipo de la dinastía XII de Egipto.
El tiempo nos dará nuevas pruebas de estas misteriosas vinculaciones con Egipto, que no es necesario explicar mediante la intervención de un tercer pueblo. ¿Acaso aceptar unos contactos directos con los egipcios va a remover los pilares de la historia? Desde los primeros momentos en que aparecen los monumentos funerarios megalíticos hasta el periodo de colonización romana existen evidencias en España de la influencia cultural egipcia.

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LOS CELTAS EN ANDALUCÍA

Cuando se habla de los celtas de la Península Ibérica, es opinión común situarlos en los actuales territorios de Portugal y Galicia y nombrarlos como celtíberos en las Mesetas Centrales. Pero también es cierto que estuvieron, de forma más dispersa, y se desplazaron por el Pirineo y por los territorios que actualmente se conocen como Cataluña, Extremadura y Andalucía.

Al mismo nombre “Andalucía” cabe atribuirle, de acuerdo con los estudiosos de la lengua, un origen céltico por su primer componente, “Ande”, que en lengua céltica es un adjetivo con sentido aumentativo, que significa “grande”. Coincide asimismo con el nombre de un pueblo de la Galia: los Andes o Andecavos, situado en la actual Anjou. Se refuerza este hecho con lo que dicen los autores antiguos, como Ptolomeo, que menciona una "Bética céltica", o sea, la presencia arraigada de celtas en Andalucía occidental, y hace una amplia descripción de la "Beturia céltica". Hay un territorio entre el río Betis (Guadalquivir) y el río Anas (Guadiana) que ocupaban los celtas. El historiador Plinio explica: "Los 'celtici' venidos de la Lusitania son oriundos de los 'celtiberi', y ello se manifiesta por los ritos religiosos, por la lengua y los nombres de las ciudades..." El elemento celta se extiende así por Badajoz, Huelva y Sevilla, y al sur del Guadalquivir, incluso en Málaga (Acinippo, Ronda la Vieja, y Arunda, Ronda)

Otros datos confirman la importancia de los celtas en esta región (Badajoz, Huelva, Sevilla). Una de las divinidades más importantes de la zona - Ataecina Turobri gensis- es de clara raíz céltica. Lo mismo demuestran los nombres Istolacio e Indortes, enemigos de Amílcar Barca; son los caudillos o "jefes de los celtas" (dice Polibio, el historiador).

Provincia de Huelva

Si nos fijamos en la geografía del norte de Huelva, encontramos la sierra de Andévalo. Este nombre, de acuerdo con la lengua céltica, significa “gran muralla o barrera”, pues "Ande" significa 'grande' y “Valon” significa 'muralla'.

Esto confirma la apreciación del historiador Henri Hubert cuando dice que podemos imaginarnos a los celtas de España, que sólo conquistaron las partes menos favorables, repartidos en formaciones dispersas en medio de las poblaciones ligures y vigilando los Estados ibéricos o tartésicos que poseían una fuerza militar considerable. Por tanto, los celtas se situaban en cadenas montañosas, en ciudades fortificadas como las de Mirobriga y Nertobriga en Sierra Morena, y avanzaban cubriendo con una cadena de puestos el país. Se detuvieron en el límite de los valles ocupados ya por los tartesios y por los iberos. Las sierras del Andévalo y de Sierra Morena marcarían ese gran límite o gran barrera.

Se han encontrado objetos de metalurgia, como espadas, en el fondo de la ría de Huelva, que indican hubo explotaciones metalíferas célticas y comercio por vía marítima entre la Europa atlántica y la mediterránea.

Provincia de Sevilla.

Henri Hubert presta atención al nombre del rey de Tartessos dado por Herodoto. Es “Arganthonios”, quien dio dinero a los foceos para levantar la muralla tras la cual la ciudad de Focea desafió durante largo tiempo a los persas. Tartessos era célebre por sus minas de plata; “Arganthonios” es el rey de la plata. En este mítico nombre se puede reconocer la forma céltica del nombre de la plata “arganto”. O bien había celtas en Tartessos –dice Hubert- o la leyenda focea del rey de la plata está mezclada con elementos célticos. Tal rey vivió 120 años y reinó 80, según Herodoto. Debió reinar entre los años 600 y 700 antes de la era cristiana. Habría de remontarse a esta fecha o a fecha anterior la llegada de los celtas a los territorios del río Betis.

Arganthonios viene a ser, pues, el representante histórico de una casta de guerreros celtas, que dejan estelas funerarias en Tartessos. Sobre este elemento militar descansaba el dominio político de Tartessos en la península. Pudieron haber llegado antes (hacia el siglo IX a. C.) del reinado de Arganthonios. Contaban con las aportaciones de las navegaciones atlánticas y con influencias fenicias.

Por Tartessos se exportaban los metales de la Céltica (oro, cobre, estaño) y cerca de Tartessos están los grupos de túmulos hallados en las pequeñas colinas, los Alcores, que llenan el gran recodo que forma el Guadalquivir antes de desembocar en el mar. Son tumbas de incineración con cerámica de caracteres célticos semejantes a los de Aquitania (Francia). Las tumbas de los Alcores son más antiguas que las necrópolis de Castilla. Hacia el 350, Eforo, en su Historia universal, mostraba la extensión de la Céltica hasta Cádiz.

A orillas del Guadalquivir, antes de su paso por la ciudad de Sevilla, está el nombre del pueblo “Brenes”, relacionado con el antropónimo “Breno”, ostentado por el caudillo galo de una expedición por Macedonia y Tesalia hasta Delfos.

Provincia de Córdoba.

En Córdoba se han encontrado algunos tesoros de orfebrería de carácter céltico en Molino de Marrubial, Almadenes de Pozoblanco y Dehesa del Castillo de Azuel. Nuevamente vemos que se localizan al norte, en lugares montañosos: Pozoblanco, cerca de los Pedroches; Azuel, casi en la frontera con Ciudad Real, y cerca de la Sierra Quintana.

“Estledunum” (Estola), cerca de Luque, al sur de la sierra de Baena, es un nombre de ciudad fortificada, más propio de la segunda etapa de la ocupación céltica de España, por su terminación en “dunum”.

Por otra parte, en Almedinilla, cerca de la frontera con la provincia de Granada, se han encontrado vestigios con características célticas.

Provincia de Jaén.

De acuerdo con la arqueología, elementos celtibéricos se infiltraron desde la meseta central a través de los llanos albaceteños hasta el alto Betis (Guadalquivir).

En Jaén se han hallado otros tesoros de orfebrería céltica en Menjíbar, cerca de la desembocadura del Guadalbullón en el Guadalquivir; en Santisteban del Puerto, al norte de la provincia, cerca del río Montizón, que desemboca en el Guadalén; en Santiago de la Espada, cerca del límite entre las provincias de Jaén, Granada y Albacete, en la sierra de Segura.

El emplazamiento de Menjíbar se adentra hacia el sur, y más al sur se han encontrado otros vestigios de orfebrería con caracteres célticos en Martos, como si los grupos de celtas hubieran seguido en parte el curso del río Guadalbullón.

También en el sur de la provincia de Jaén encontramos el nombre de la sierra “Mágina”, que proviene del céltico “magus”, que significa ‘llanura’.

Provincia de Granada.

Por la sierra de Baza pasa el río de nombre “Gállego”, que vendría de un “gallicus”, acentuado en la A, que denota presencia gala.

En los pueblos de Monachil y Purullena han hallado cerámicas y vestigios que plantean como posible la infiltración de rasgos indoeuropeos, que serían célticos, en un ambiente cultural ajeno, de carácter ibérico.

Henri Hubert habla de la ciudad de Acci, la actual Guadix, que tenía un dios de la guerra llamado “Netos” o “Neto”, culto atestiguado por Macrobio y por dos inscripciones de Portugal (cerca de Coimbra) y de Extremadura (Turgalium, Trujillo). Esta divinidad ha sido considerada céltica, pues los goidelos tenían un dios de la guerra llamado Net. Estos goidelos se relacionan con la cultura de Hallstat y constituyen las primeras oleadas célticas hacia Occidente, las más antiguas, las de Tartessos y los Alcores, las de Cataluña y el Pirineo, las del Franco Condado e Irlanda.

Al sur de la granadina Sierra Parapanda está “Brácana”, cuyo nombre se relaciona con los pueblos célticos que tenían por costumbre utilizar “bracae”, esto es, sus característicos pantalones. (Hay otra “Bracana” cerca de la cordobesa Almedinilla).

Provincia de Almería.

En Villaricos, en la costa mediterránea, se han encontrado sepulturas de incineración en fosas con túmulos de piedra, que denotan presencia céltica, y en la Alpujarra almeriense el nombre de “Andarax” nos remite a la palabra céltica “Ande”, que hemos visto al principio.

Cuando uno hace este trabajo de rastreo, se queda con la sospecha de que quizá haya otros enclaves relacionados con los pueblos célticos: al norte de Huelva, por Sierra Morena, el nombre del pueblo y de las minas de “Cala”; en Granada, el nombre del río “Fardes”, que pasa por Purullena, y el nombre del pueblo “Graena”, con su balneario de aguas termales; en Almería, los nombres de los pueblos “Gergal” y “Antas” parecen tener reminiscencias célticas. Las sospechas o hipótesis se basan en semejanzas con otros nombres de lugar, héroes, dioses, mitos y caudillos históricos de los celtas, pero la semejanza no es suficiente razón para afirmar algo.

Conclusión.

Lo interesante de todos estos enclaves es la inteligencia de los druidas y de los reyes de pueblos que dirigía estos avances. Si uno sigue sobre el mapa o con la imaginación la localización de estos nombres, puede ver que se trazan líneas de avance por el territorio andaluz aprovechando valles, cordilleras, puertos de montaña, partiendo desde Sierra Morena, de acuerdo con una dirigida estrategia encaminada a formar una red de puestos intercomunicados, de tal forma que las informaciones de un extremo a otro, dentro de Hispania e incluso dentro de todala Céltica europea, circularan fluidamente. En Andalucía avanzaron hacia el sur cuando se desmembró y se debilitó Tartessos, no iban a conquistar, sino a buscar regiones más ricas. En definitiva, dejaron testimonio de su presencia y de lo mucho que han tomado de otras civilizaciones (armas ibéricas, vasos griegos, objetos de ajuar de tipo cartaginés, etc) y terminaron mezclados o embebidos por los pueblos ibéricos más numerosos.


(Publicado en El Faro, Motril, 9 abril 2002, y en Valle-Inclán y la filosofía de los druidas, Madrid, Devenir, 2010, y ampliado)


VALLE-INCLÁN Y LA FILOSOFÍA DE LOS DRUIDAS
ISBN: 978-84-92877-06-5 • Rústica con solapas. 132 pp.

SUMARIO. La filosofía de los druidas.- Bibliografía selecta.- Los druidas en el cine.- La Andalucía de los celtas.- Sobre el romance del infante Arnaldos.- Don Ramón del Valle-Inclán, el último druida.- Bibliografía selecta.- Epílogo lírico: Henry Vaughan

Editorial
Del autor

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domingo, 19 de octubre de 2014

PLUTARCO: VIDA DE MARCO ANTONIO (II)

Plutarco de Queronea, en todas sus obras, sean morales o históricas, se interesó por la reflexión moral. La más célebre es la llamada “Vidas paralelas” (escrita entre 105-115), una galería de retratos de personajes anteriores a su época. Si Plutarco quiso en ellas recrear vidas edificantes que estimularan los nobles sentimientos innatos del alma humana, sin embargo en las “Vidas de Demetrio y Antonio” (se refiere a Marco Antonio) nos ofreció dos ejemplos de LO QUE SE DEBE EVITAR. Demetrio y Marco Antonio, por tanto, son dos contraejemplos. Lo que les hunde es su INCAPACIDAD DE DISCERNIR ENTRE EL VICIO Y LA VIRTUD, que se revela especialmente POR LOS MANEJOS DE LOS ADULADORES QUE LOS RODEAN.

Vida de Marco Antonio (II)

Debido a la tardanza de Marco Antonio para comenzar la guerra contra los Partos, Octaviano tuvo tiempo de sobra para prepararse para la guerra contra Marco Antonio.

Por haber sido insultados por Cleopatra, Munacio Planco y su sobrino Ticio, amigos de Marco Antonio, se pasaron al bando de Octaviano, y se convirtieron en delatores de la última voluntad de Marco Antonio, pues conocían su testamento. Las Vestales le dijeron a Octaviano que él en persona tenía que recoger el testamento; él leyó las cartas del testamento primero anotándolas, luego ante el Senado, y allí insistió en lo que Marco Antonio dispuso sobre su forma de enterramiento: pedía una procesión por el Foro romano y ser llevado a Alejandría para entregar su cuerpo a Cleopatra.

Los aduladores de Cleopatra echaron a otros amigos de Marco Antonio que no podían soportar TANTA ALEGRE VANIDAD, TANTO EXCESO; entre ellos, Marco Julio Silano y Delio, el historiador.

Pero fue Calvisio Sabino, un defensor de Julio César en los Idus de marzo, y compañero de Octaviano, quien añadió otras cinco acusaciones contra Marco Antonio en relación con Cleopatra. Una de ellas era que, en medio de las audiencias de tetrarcas y de reyes, leía las cartas lascivas de amor escritas en ónice y cristal que había recibido de ella.

Los partidarios de Marco Antonio en Roma le enviaron el mensaje de que tomara en consideración que él podía ser depuesto de su cargo y declarado enemigo de Roma. El emisario del mensaje fue vejado y deshonrado por Cleopatra. Marco Antonio SE ENFADÓ cuando el mensajero por fin le pudo decir: todo estaría mejor, si estuviera Cleopatra lejos.

En cuanto Octaviano tuvo todo preparado, decretó que se declarara la guerra a Cleopatra y que se le retiraran a Marco Antonio las atribuciones que le correspondían, PORQUE LAS HABÍA CEDIDO A UNA MUJER: fue depuesto del cargo de cónsul, y se disolvió el triunvirato. Octaviano afirmó que Marco Antonio NO ESTABA EN SU SER, debido a las pócimas de Cleopatra, y que eran los eunucos Mardion y Potino y eran Ira, la peluquera de Cleopatra, y Carmión quienes llevaban las riendas del poder.

Se cuenta que antes de la guerra hubo diversas señales nefastas: en Pésaro, en Alba Longa, en Patrás, en Atenas, en la misma escuadra de Cleopatra. En Alba Longa, de una de las estatuas de mármol de Marco Antonio brotó un sudor imparable durante muchos días. Este prodigio se interpretó así: los ancestros de Roma rechazaban a Marco Antonio, SU TRAIDOR.

Reúnen Octaviano y Marco Antonio sus respectivos ejércitos. Se van a enfrentar en Accio (Nicópolis), en territorio griego. Aunque Octaviano mismo quería luchar por tierra y aunque Canidio aconseja a Marco Antonio la conveniencia de luchar por tierra, estaba éste TAN SOMETIDO a Cleopatra, que por ella decide que la acción militar sea por mar. Pero Cleopatra pensaba ya en la fuga, y disponía sus fuerzas navales no para vencer, sino para asegurarse la retirada. Se hacen los primeros movimientos de ataque. Domicio Enobarbo, con fiebre, y los reyes Amintas y Deyotaro abandonaron a Marco Antonio y se pasaron al bando de Octaviano.

Octaviano trató de capturar a Marco Antonio, pero sin éxito. Éste quemó las naves egipcias, salvo sesenta. Un centurión reprochó a Marco Antonio: “desprecias mis heridas y mi espada, danos una tierra sobre la que luchar, morir o vencer”. Marco Antonio se limitó a hacerle una señal con la mano y con el rostro y  PASÓ DE LARGO. Aunque Marco Antonio no tenía grandes esperanzas, llegó a obligar a los jefes que querían abandonar sus puestos a permanecer en ellos para que no se escapara ningún enemigo que huyese.

Después de cuatro días de espera a causa del mar encrespado, hay movimientos navales. El enfrentamiento era más propio de una batalla en tierra o del asedio de una ciudad amurallada. De improviso las naves de Cleopatra izaron las velas para salir de los que luchaban, pero causan gran confusión.

Quedó totalmente claro que Marco Antonio se ocupaba de los asuntos no como general ni como hombre que estuviera en su sano juicio, sino COMO SI ESTUVIERA ABDUCIDO Y ATRAPADO POR UNA MUJER. En cuanto que la nave de Cleopatra se alejaba, Marco Antonio lo olvidó todo y así TRAICIONÓ Y ABANDONÓ A LOS QUE LUCHABAN Y MORÍAN POR ÉL. Se subió a un barco sólo con dos acompañantes y salió en busca de la mujer que le había ocasionado la ruina. Llegó al barco de la egipcia, no pudo verla, se sentó en silencio cubriéndose la cabeza con ambas manos. Después de una escaramuza con un hombre de Octaviano, volvió a la melancolía de antes. Arriban a Ténaro, donde se les anuncia que las naves han sido aniquiladas. La mayoría de las naves, dañadas por el mar tumultuoso; 300 fueron capturadas. Marco Antonio envía el mensaje a Canidio de que se retire a Asia por Macedonia y se lleva -para ir al norte de África- en una nave mercante todos los objetos de oro y de plata del tesoro real y a sus amigos manda que se los repartan y se salven.

Muchos soldados NO SE DIERON CUENTA DE LA TRAICIÓN DE MARCO ANTONIO, QUE ABANDONÓ 19 legiones de soldados imbatibles y unos 12 mil caballeros, y quien oía que se había escapado por las buenas no se creía el relato. Los soldados esperaban verlo aparecer. Cuando la traición de Marco Antonio se hizo evidente, estuvieron unidos hasta el séptimo día rechazando las propuestas de paz de Octaviano. Éste navegó a Atenas, se reconcilió con los griegos, redistribuyó el grano que quedaba en las ciudades.

El general Canidio también los abandonó; al sentirse traicionados por sus generales, se pasaron al bando del vencedor. Cuando Marco Antonio llega a Libia, envió a Cleopatra a Egipto y se quedó solo y errante. El comandante de las tropas de Libia también lo abandonó. Marco Antonio intentó SUICIDARSE. Se lo impidieron los dos amigos que lo acompañaban y fue llevado a Alejandría. Pero allí se hizo construir un refugio a orillas del Faro de Alejandría para aislarse del género humano IMITANDO AL MISÁNTROPO Timón.

Canidio en persona anuncia a Marco Antonio la pérdida de los ejércitos en Accio. El judío Herodes se había pasado al bando de Octaviano; los otros dinastas habían abandonado a Marco Antonio también; sólo le quedaba Egipto como aliado.

Marco Antonio abandonó la casa junto al mar y, acogido por Cleopatra en su reino, llenó durante muchos días la ciudad de Alejandría de BANQUETES, COROS, CELEBRACIONES, JUERGAS Y BORRACHERAS. Después, disolvieron la congregación de “los de vida inimitable” y fundaron otra, que seguía la misma tónica, porque había lujo, dispendio y relajo, y que llamaron la de “los que mueren juntos”. Así, con otros amigos se sucedieron los banquetes a los que iban invitándose unos a otros, y Cleopatra celebró con un lujo excepcional el cumpleaños de Marco Antonio. Mientras tanto, ella comprobaba con los prisioneros condenados a muerte el efecto y el proceso letal de diferentes venenos.

Octaviano no quiso atender los ruegos de Marco Antonio y contestó a Cleopatra que sería tratada de manera razonable, pero que tendría que matar o expulsar a Marco Antonio. Octaviano tuvo que ir a Roma por las nuevas revueltas de los veteranos de guerra, pero volvió a Libia, tomó la ciudad de Pelusio y se presentó a las afueras de Alejandría. De noche se oyó en esta ciudad una muchedumbre de rumores dionisíacos de sátiros, desde el centro hasta la puerta exterior que daba al campamento de Octavio. La señal fue interpretada como que el dios que Marco Antonio imitó o veneró abandonada a éste para dejarlo en desgracia.

El día 1 de agosto del año 30 a. C., las naves de Marco Antonio parecían ir al ataque, pero se unieron a las naves de Octaviano, esto es, cambiaron de bando y formaron una sola escuadra. Después, Marco Antonio fue abandonado por sus caballeros. Cuando fueron derrotadas sus tropas de infantería, volvió a Alejandría e INSULTÓ  A CLEOPATRA. Ella ya había guardado lo más valioso de las posesiones reales cuando Octaviano tomó Pelusio; ahora, llena de temor, huyó a la tumba, envió gente para que anunciara a Marco Antonio que ella estaba muerta.

Él se lamentó. “me duelo porque un general como yo SE MUESTRE INFERIOR A UNA MUJER EN CORAJE”. Su criado se suicida, Marco Antonio se hiere en el vientre, pero llega a estar ante la tumba de Cleopatra con ayuda de un enviado de ella  e incluso, estando ensangrentado, es metido con dificultad en la tumba.

Octaviano se entera de la muerte de Marco Antonio y enseña las cartas de éste a los amigos para mostrarles la INSOLENCIA y la RUINDAD de trato y de las respuestas de Marco Antonio. También ordena prender viva a Cleopatra, pero ella, que ha enterrado a Marco Antonio, está consumida por el dolor, no quiere vivir, se golpea. Octaviano la visita, se defiende de las acusaciones de ella, y la disuade para que se cuide, se alimente, pero ella se prepara principescamente y muere por la mordedura de una serpiente escondida. Octaviano la entierra con dignidad.

Octavia, esposa de Marco Antonio, se hizo cargo de todos los hijos de éste, aunque fueran de otras mujeres, salvo de Antilo, que murió ejecutado por Octaviano. Cesarión morirá tras la muerte de Cleopatra por decisión de Octaviano, aconsejado por el filósofo Areo Dídimo.

Las estatuas de Cleopatra se conservaron, pero las de Marco Antonio se derribaron. LA MEMORIA DE MARCO ANTONIO FUE CONDENADA. Se sabe que, en adelante, ningún hombre que se llamara Antonio podía acompañar su nombre con el nombre de Marco.

De la descendencia de Marco Antonio, en la quinta generación, Claudio Nerón Germánico llegó a ser emperador, mató a su madre y poco faltó para que echara a perder el poder de Roma por su demencia y su locura.

Otro emperador nefasto, Calígula, estimaba más a su bisabuelo Marco Antonio que a Octavio Augusto. De personalidad esquizofrénica, mal aconsejado por aduladores influidos por las tradiciones egipcias, Calígula arruinó el tesoro, se creyó un dios, despreciaba al pueblo romano, y decía "mejor que me odien para que me teman".

Plutarco de Queronea fue circunstancialmente amigo y consejero de Trajano.

Al emperador Trajano le gustaba mucho beber vino en exceso, y más del deseable. Pero entre sus costumbres hay más puntos oscuros y turbios: no era fiel a su esposa y le gustaba yacer y acostarse con efebos, jovencitos, y también le gustaban los actores hermosos, como el pantomimo Pylades. Trajano se dio cuenta de que gobernar es más fácil si se "distrae", si se "entretiene" al pueblo, y no duda en recurrir al fútbol-opio de la época: las luchas de gladiadores y las carreras de cuadrigas. Por eso ordenó reconstruir el deteriorado Circo Máximo.

Trajano hizo combatir a 4.941 parejas de gladiadores durante 117 días consecutivos. Todo un récord en juegos de gladiadores.

La pasión por la gloria del emperador Trajano le llevó a emprender guerras ofensivas. Se convirtió en el genocida del pueblo dacio, destruyó la ciudadela y el santuario de Sarmizegetusa y con ello anexionó un amplio territorio al Imperio (anexión poco duradera: en el siglo III, el Imperio perdió Dacia, pero llamó “Dacia” a la provincia de Mesia) y consiguió un inmenso botín (desde 101 hasta 107).

Obtuvo oro y plata de Dacia mediante una terrible explotación del material humano. La moneda romana imperial perdía su valor, lentamente se depreciaba, con las campañas de Trajano (a pesar del oro de los Dacios, agotado rápidamente en construcciones). Contra los Partos Arsácidas, después de conseguir algunos éxitos, algunos senadores creían que el emperador estaba llevando al ejército demasiado lejos en Oriente. Trajano no logró arreglar la cuestión de Armenia, fracasó al final y murió al regreso. Trajano admitió la pena de muerte para los cristianos. Por otro lado, tuvo en gran estima a un predicador errante, orador de moda, Dión de Prusa.

Como balance de la personalidad de Marco Antonio, Plutarco de Queronea observa su ATREVIMIENTO de cuestionar el poder de Octaviano, al que Marco Antonio no tenía derecho por su nacimiento, y su atrevimiento de autoproclamarse heredero de cuanto Julio César había obtenido con tanto esfuerzo. Se adueñó de los papeles y proyectos de su difunto jefe.

Para Marco Antonio el matrimonio con Cleopatra fue denigrante, aunque ella fuera de gran poder y prestigio.

El ejercicio del poder por parte de Marco Antonio era reprensible y con rasgos de TIRANÍA, porque PRETENDÍA ESCLAVIZAR AL PUEBLO DE ROMA cuando hacía poco que Roma había conseguido liberarse de la dictadura de Julio César. Incluso la guerra contra Bruto y Casio fue emprendida para arrebatar a su patria y a sus conciudadanos la libertad. Con su actitud tiránica, Marco Antonio tenía a gala haber aniquilado en Macedonia a los dos libertadores de Roma.

Marco Antonio había recibido la mejor parte (Oriente), rica en recursos y hombres, pero NO contó ni con las CUALIDADES ni con los consejeros de Octavio y así fue perdiendo contacto con Italia, fuente del poder legítimo.

Marco Antonio preparaba la guerra entre adornos floridos, olor de mirra, fiestas báquicas, y sufrió derrotas por atender a placeres y por pura INDOLENCIA. Cleopatra, acechándole en la lucha, con sus encantos lo convencía para que dejara de acometer en persona grandes empresas y abandonara las necesidades de su ejército y la siguiera para yacer juntos rozagantes en las bahías cerca de Alejandría. Marco Antonio salió huyendo de la lucha en busca de Cleopatra cuando tenía en sus manos la victoria. Marco Antonio, por su intemperancia sensualista, se perjudicó a sí mismo.

Fue BÍGAMO. Aunque en principio sólo tuvo dos mujeres, Octavia y Cleopatra, al mismo tiempo, Marco Antonio TRANSGREDIÓ con esto las costumbres romanas, pues ésta era una práctica poco común a la que no se había atrevido antes ningún romano. Después, repudió a su legítima esposa, Octavia, la que era de su patria, y se casó con una extranjera con la que convivía ILEGALMENTE.

Marco Antonio se comportó mal al entregar a su hermano de madre, Lucio César, a cambio de conseguir la muerte de Cicerón. Esto es una acción de por sí CRUEL E IMPÍA.

Marco Antonio consiguió sus más insignes victorias a través de sus generales, sin estar presente en la lucha. Fue responsable de su propia ruina, porque HUYÓ TRAICIONANDO, sin tenerlos en consideración, a los que arriesgaban su vida por él. Su perdición estuvo en MENOSPRECIAR la devoción y la fidelidad que inspiraba.

Delante del promontorio de Actium, en Epiro, consagrado a Apolo, la guerra terminó casi sin combate, por la huida de Cleopatra, seguida de Marco Antonio.

Tampoco tuvo una muerte digna de alabanza, pues se dio muerte de forma COBARDE, VIL Y DESHONROSA.

Bibliografía. Guy Soury (1942), Daniel Babut (1969), Hans Dieter Betz (ed.) (1975), Jean Hani (1976), Yvonne Vernière (1977), France Le Corsu (1981), Rosa Mª Aguilar Fernández (1981), Manuel Cerezo (1996), José García López (ed.) (1999), Jean Sirinelli (2000), Aurelio Pérez Jiménez (ed.) (2001), (2005), Montserrat Jufresa (ed.) (2005), Fernando Marín Valdés (2007), J. P. Sánchez Hernández (2010), Ricardo Rovira (2012), Germán Santana (2013), Mar García (web) (2014)

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martes, 14 de octubre de 2014

PLUTARCO: VIDA DE MARCO ANTONIO

PLUTARCO: VIDA DE MARCO ANTONIO (I)



Plutarco de Queronea, en todas sus obras, fueran morales o históricas, se interesó por la reflexión moral. Plutarco estudió en Atenas retórica, filosofía, matemáticas. Influyó en él la filosofía platónica. Visitó el templo de Delfos (año 66-67). Viajó motivado por sus obligaciones políticas. En Roma, estudió documentos antiguos, dio conferencias a auditorios selectos e hizo amistades con personas influyentes. Llegó a obtener la ciudadanía romana, honor restringido entonces. Su prestigio como erudito, hombre comprometido con las causas de su pueblo y persona de trato muy agradable le llevaron a ocupar diversos cargos y dignidades políticos y religiosos (por ejemplo, uno de los dos sacerdotes permanentes del santuario de Delfos, ciudad cercana a Queronea). Con el cambio de siglo, centró sus actividades en su ciudad natal, junto a su esposa, donde abrió una escuela informal y escribió con afán didáctico. Conoció y escribió sobre las filosofías y las religiones mistéricas, entre ellas la egipcia. Estos temas y otros (amistad, amor, alma, teología, historia, historia natural, física, matemáticas, música, literatura, pedagogía) se suelen agrupar bajo el título de “Obras morales y de costumbres”.

Su obra más célebre es biográfica, la llamada “Vidas paralelas” (escrita entre los años 105-115), una galería de retratos de personajes anteriores a su época. Plutarco era consciente de cómo Atenas podía presentar ante Roma un elenco de dirigentes tan excelsos y ejemplares como los que forjaron la hegemonía romana. Si Plutarco quiso en ellas recrear vidas edificantes que estimularan los nobles sentimientos innatos del alma humana, sin embargo en las “Vidas de Demetrio y Antonio” (se refiere a Marco Antonio) nos ofreció dos ejemplos de LO QUE SE DEBE EVITAR. Demetrio y Marco Antonio, por tanto, son dos contraejemplos. Lo que les hunde es su INCAPACIDAD DE DISCERNIR ENTRE EL VICIO Y LA VIRTUD, que se revela especialmente POR LOS MANEJOS DE LOS ADULADORES QUE LOS RODEAN.

Vida de Marco Antonio

Marco Antonio odiaba a Cicerón porque éste, siendo cónsul, mandó ejecutar a su padrastro, Cornelio Léntulo, por formar parte de la conjuración de Catalina contra la república romana. Marco Antonio aseguraba que no les devolvieron el cadáver de su padrastro hasta que su madre fue a implorárselo a la mujer de Cicerón, pero esto era enteramente FALSO, porque a ninguno de los que fueron castigados por Cicerón se le negó la sepultura. (El propio Cicerón refutó a Marco Antonio en este aspecto en uno de sus discursos contra Marco Antonio)

Fulvia no tenía ningún interés en el hogar ni en un marido que no tuviera como objetivo la vida pública. Quería gobernar, tenía ansias de poder y deseaba ser comandante en jefe. Habría de ser recordada en la historia de la República romana tardía por su ambición y su actividad política

Su primer esposo fue Publio Clodio Pulcro, un demagogo político, famoso por causar inestabilidad en los asuntos internos de Roma, a menudo involucrado en conspiraciones y que recurría a la violencia. Se dice que Fulvia apoyó financieramente la carrera de su marido e inspiró la mayoría de sus acciones. El propio Publio Claudio cambió la pronunciación de su nombre, Claudio, a Clodio, para adaptarlo a la pronunciación del latín vulgar de las clases bajas de Roma.
 
En diciembre del año 62 a. C. tuvo lugar el escándalo de los misterios de Bona Dea. Vestido como una mujer (ya que no se permitía la presencia de hombres en este tipo de misterios), Clodio entró en la casa de Julio César, en ese momento máxima autoridad sacerdotal, esto es, pontifex maximus, cuando los misterios se estaban aún celebrando. En ese momento se especuló con que Clodio se había disfrazado así para intrigar con Pompeya, la esposa de César, con quien tendría una relación. Fue descubierto y llevado a juicio, pero evitó la condena sobornando al jurado. Las violentas declaraciones públicas que hiciera Cicerón durante el juicio debieron originar el odio de Clodio hacia el orador, incitándolo a buscar pronta venganza. Este incidente provocó la separación de Julio César y su esposa Pompeya, pero también dio lugar a un montón de rumores, de malestar político, y al retraso de la adjudicación de las provincias romanas a los procónsules romanos.

Gayo Escribonio Curión fue de carácter derrochador desde su juventud, formando parte del grupo de jóvenes que escandalizaban a la sociedad de la República, entre quienes se encontraban Publio Clodio Pulcro y Marco Antonio. Cuando Clodio fue acusado por haber violado los misterios de la Bona Dea, fue defendido por el padre de Escribonio, el antiguo cónsul, mientras que el joven Escribonio Curión dirigía a bandas de los bajos fondos que atemorizaban a los enemigos de Clodio.

La relación de Curión con este grupo de jóvenes disolutos, en particular con Marco Antonio, debió ser objeto de escándalo, ya que se decía que Marco Antonio, vestido de mujer, interpretaba el papel de esposa de Curión. Se les prohibió verse, pero lo hacían a escondidas. Dieciséis años después, Cicerón reprochó esta relación a Marco Antonio en su segunda Filípica. Tal relación, no obstante, cesó cuando Marco Antonio empezó a rondar a Fulvia, mujer de Publio Clodio, quien por este motivo amenazó a Marco Antonio.

Tras la partida de César a las Galias, Clodio se convirtió en el dueño de Roma, con la ayuda de su banda personal, una de las muchas que actuaban en aquel momento en la ciudad. En el año 57 a. C. un tribuno propuso que se le permitiera la vuelta del exilio a Cicerón, por lo que Clodio recurrió a la violencia para impedir la aprobación de esta medida.


Cicerón habla de una relación erótica entre Marco Antonio y su amigo Escribonio Curión, lo que sería un antecedente de su DEBILIDAD DE CARÁCTER en relación con sus mujeres: Fulvia, Octavia y, sobre todo, Cleopatra. La íntima compañía de Escribonio Curión, experto en placeres, repercutió en Marco Antonio como una peste: el amigo arrojó a Marco Antonio a los BANQUETES, las mujerzuelas, el lujo y los dispendios para tenerlo más a su disposición. Como resultado, Marco Antonio contrajo una DEUDA IMPORTANTE de 250 talentos. Escribonio Curión se hizo cargo de toda esa suma, pero el padre, en cuanto se enteró, echó a Marco Antonio de su casa.

Poco después, Marco Antonio frecuentó la compañía de Clodio Pulcro, el más insolente de los DEMAGOGOS de entonces, que con sus prácticas promovía la insurrección política. Sin embargo, Marco Antonio se fue a Grecia, para salir de las locuras del demagogo y del agobio de las deudas.

En Grecia, estudió oratoria y usó el estilo de moda, el que más se asemejaba a su estilo de vida: POMPOSO, PRETENCIOSO, LLENO DE ARROGANCIA SIN MEDIDA Y DE HUECA PETULANCIA. El cónsul Gabinio le quiso convencer de que se integrara en el ejército en su campaña en Siria, pero Marco Antonio dijo pretenciosamente que no le acompañaría como simple soldado, sino sólo si era nombrado comandante del ejército de caballería.

Después de una campaña contra Aristóbulo, pretendiente del trono de Judea, Tolomeo XII de Egipto, el padre de Cleopatra VII, pidió al cónsul Gabinio que invadiese Egipto y le restituyera el poder real. Gabinio no estaba convencido de entrar en la guerra: era una campaña arriesgada. Pero Marco Antonio, ANSIOSO DE GRANDES PROEZAS Y DE COMPLACER a Tolomeo, se unió al egipcio para convencer a Gabinio y movilizar su ejército para emprender la expedición.

Las bravatas, las groserías, la costumbre de beber en público, la costumbre de tomar el rancho militar en la mesa con los soldados y SUS AVENTURAS AMOROSAS provocaban fascinación y con ellas arrastraba a los soldados y al pueblo, que no sólo colaboraba en sus pasiones, sino que también motejaba sus proezas amorosas, sin que Marco Antonio sintiera vergüenza por ello. A esto se unía que Marco Antonio DERROCHABA en contra del sentido de la mesura, hacía favores a soldados y amigos.

Curión, el amigo de Marco Antonio, se cambió de partido y engrosó las filas de Julio César. Curión tenía gran influencia ante el pueblo por su elocuencia, se servía sin límites del dinero que César le daba y consiguió que Marco Antonio fuera nombrado “tribuno”. El ascenso de Marco Antonio dependió sólo de su cercanía a César. Cuando éste fue a Hispania a combatir a Pompeyo, dejó Roma en manos de Emilio Lépido como pretor, y todo el ejército y el territorio de Italia a Marco Antonio como tribuno de la plebe.

Marco Antonio se ganó el afecto de los soldados porque les hacía regalos y convivía con ellos, pero se ganó el odio del resto de los ciudadanos romanos porque era NEGLIGENTE a la hora de impartir justicia, atendía CON IRA a los que le pedían audiencia y era bien conocida su AFICIÓN POR LAS MUJERES AJENAS. Al final, el régimen impuesto por César se hizo odioso por los amigos de César, y EL MÄS CULPABLE DE ELLOS FUE MARCO ANTONIO, pues era el que más poder había ostentado. Marco Antonio se ganó el odio del pueblo romano por HABER REDUCIDO CON LA FUERZA DE LAS ARMAS al otro tribuno de la plebe, Dolabela.

Los hombres de bien, los hombres sensatos de Roma sentían repulsión por el modo de vida de Marco Antonio: sus BORRACHERAS continuas, sus excesivos GASTOS y sus correrías en los PROSTÍBULOS. Marco Antonio dormía de día, se paseaba CONFUSO para superar su resaca. Por la noche se divertía, asistía a representaciones teatrales, coros de comedia, y participaba en las bodas de mimos y bufones, donde se admitían mujeres y, a veces, se realizaban actos sexuales. Una vez, tras pasar Marco Antonio toda la noche en casa del actor de mimo Hipias bebiendo en uno de sus banquetes, por la mañana en el Foro de la Asamblea Marco Antonio avanzó tambaleante y vomitó sobre el manto que le había proporcionado uno de sus amigos. Las personas de mayor influencia eran el actor de mimo Sergio y su amante Citéride (la liberta Volumnia), una actriz de la que Marco Antonio SE HABÍA ENAMORADO y que, a su paso por las ciudades, se hacía llevar en una litera escoltada por servidores. A Marco Antonio también le gustaba disfrazarse de vagabundo y vestirse con harapos.

Los hombres y las mujeres de bien en Roma consideraban intolerable que el propio César estuviera lejos de Italia, luchando con gran esfuerzo y riesgo, mientras que otros, como Marco Antonio, que estaban en buena situación gracias a él, enojaban a los ciudadanos CON LA GRAN VIDA CON QUE SE HOMENAJEABAN. Esta situación condujo a nuevos enfrentamientos y avivó los ánimos ENTRE LA SOLDADESCA PARA COMETER VIOLENTOS ACTOS DE RAPIÑA.

César volvió. Concedió el perdón a Dolabela. Elegido cónsul por tercera vez, César escogió como colega a Lépido (no a Marco Antonio).

Marco Antonio compró la casa de Pompeyo, que había sido puesta a la venta, y dicen que SE ENFADÓ cuando le reclamaron el pago.

El propio Marco Antonio justificó su ausencia de la campaña de César en África porque no había recibido la recompensa merecida por sus victorias anteriores.

César no permaneció impasible ante la VIDA LICENCIOSA DE MARCO ANTONIO. Éste al fin se casó y tomó por esposa a Fulvia, casada antes con el demagogo Clodio. Pero Fulvia quería casarse con un gobernante y con un capitán al que ella quería gobernar y capitanear. De esta forma, las lecciones de sumisión que Antonio recibió de Fulvia le sirvieron luego a Cleopatra para tomar posesión de él, ya que desde antes estuvo amansado y medianamente instruido en obedecer a las mujeres.

En la entrada triunfal de César regresado de Hispania, Marco Antonio iba a un lado, y detrás iban Junio Bruto Albino y el hijo de una hermana suya, Octaviano, que después sería llamado César y gobernó por mucho tiempo a los romanos.

Marco Antonio SE OPUSO acaloradamente, por primera y por segunda vez, A LA DECISIÓN DE JULIO CÉSAR de nombrar oficialmente a Dolabela como cónsul. La segunda vez se opuso diciendo a gritos que los augurios eran adversos (utilizó su rango sacerdotal de augur para favorecerse a sí mismo).

Marco Antonio sabía que había una conspiración contra Julio César porque él mismo había sido invitado a participar en ella, pero NO REFIRIÓ NADA A CÉSAR sobre la conspiración.

Marco Antonio dio a Bruto Albino y a Casio Longino la excusa perfecta para asesinar a César, porque en unas fiestas rituales, Marco Antonio DESPRECIÓ LAS TRADICIONES ancestrales de Roma y corrió, espoleado por sus compañeros, a la tribuna principal para poner una corona de laurel a César en la cabeza, como ofreciéndole el rango de rey –algo abominable para la Roma republicana-, así una vez, dos veces, varias veces, a las que César se negaba y desaprobaba, desaprobación aplaudida por el pueblo. Pero ante la INSISTENCIA DE MARCO ANTONIO DE HACERLE REY, César se sintió molesto, se levantó de la tribuna, se quitó la toga desde la garganta y gritó ofreciendo su cuello a quien lo quisiera.

Esta situación PROVOCADA POR MARCO ANTONIO reforzó la determinación de Bruto Albino y de Casio Longino, y los conjurados por defender el régimen republicano mataron a César.

Marco Antonio SE DISFRAZÓ DE ESCLAVO Y SE OCULTÓ hasta que vio que no había más muertes.

Marco Antonio habló ante el Senado a favor de la amnistía de Bruto y de Casio y de la asignación de la provincia de Libia a Casio y la de Chipre a Bruto, pero CAMBIÓ DE PLANES CON LA ASPIRACIÓN DE SER EL ÚNICO Y EL PRIMERO y se quitó de encima a Bruto, que había sido designado el heredero de César.

En su discurso fúnebre por la muerte de César, Marco Antonio MEZCLÓ en su lamento PALABRAS de elogio y maldiciones por este delito. El pueblo, afectado por el discurso ambiguo, fue a quemar las casas de Bruto y de Casio. Ambos huyeron de la ciudad.

Calpurnia, esposa de César, entregó a Marco Antonio la mayor parte de las riquezas de su patrimonio (4000 talentos) y los documentos donde quedaban escritas las decisiones y las intenciones de César. Marco Antonio escribió en esos documentos los NOMBRES QUE QUISO y designó, TERGIVERSANDO, a muchos magistrados y a muchos senadores, e hizo volver a algunos que vivían en el exilio,  HACIENDO CREER QUE ÉSTA ERA LA INTENCIÓN DE JULIO CÉSAR.

En lo demás, Marco Antonio ACTUABA COMO DUEÑO ABSOLUTO DE TODO, él mismo como cónsul y con el auxilio de los hermanos en su manejo del poder.

Marco Antonio trató con DESPRECIO a Octaviano cuando éste reclamaba algo instituido en la última voluntad de César: dar a cada ciudadano romano 75 dracmas. Marco Antonio acabó soltando todo tipo de INSULTOS PARA ENOJARLO Y HERIRLO. Además, SE OPUSO Y AMENAZÓ diversas iniciativas de Octaviano.

El joven Octaviano se pasó al bando de Cicerón y de cuantos odiaban a Marco Antonio; tuvo un puesto en el Senado y puso de su lado al pueblo y a los soldados de las colonias. El Senado declaró a MARCO ANTONIO “ENEMIGO DE ROMA” y con los cónsules Vibio Pansa y A. Hircio, ayudados por Octaviano, echaron a Marco Antonio de Italia.

Marco Antonio llegó a la Galia y SE APODERÓ DEL CAMPAMENTO de Lépido. Reunió más hombres y más ejércitos. Octaviano perdió interés por Cicerón y llamó a Marco Antonio y a Lépido para formar un triunvirato. En una isla, cerca de Bolonia, se repartieron todo el poder entre ellos.

El punto de discusión más difícil para ellos fue la cuestión de saber qué hombres iban a eliminar, porque cada uno quería acabar con sus enemigos y salvar a sus partidarios. Los tres DEJARON A UN LADO LA HONRA DEBIDA A LOS PARIENTES Y EL RESPETO A LOS AMIGOS. Prevaleció en ellos la FURIA que les provocaba la gente que odiaban. Octaviano le concedió a Marco Antonio la muerte de Cicerón; Marco Antonio concedió a Octaviano la muerte de Lucio César, que era su tío materno; a Lépido le concedieron que muriera su hermano Paulo (aunque éste logró salvar la vida).

Comenta Plutarco: “Considero que no ha habido NADA MÁS INHUMANO Y MÁS CRUEL que este mercadeo; intercambiándose muertes con otras muertes, ASESINABAN por igual a los que habían sido abandonados a su merced como a los que habían tomado, pero, sobre todo, la MAYOR INJUSTICIA QUE COMETIERON FUE CON SUS AMIGOS, a los que daban muerte sin ni siquiera sentir odio por ellos.”

En virtud de este acuerdo, fueron ejecutadas por ellos unas 300 almas, DE FORMA ARBITRARIA y aprovechando algunos asesinos para ampliar la lista de sus enemigos personales. Esto está documentado en los libros de los historiadores Plutarco, Livio, Apiano, Dión Casio y Veleyo Patérculo.

Cicerón fue degollado. CRUELMENTE Marco Antonio ordenó que le cortaran la cabeza y la mano derecha con que había escrito los discursos contra él. Cuando se los trajeron, se recreó exultante en su contemplación y ESTUVO RIENDO DE GOZO durante largo rato hasta que estuvo satisfecho y ordenó que fueran expuestos estos restos en el Foro como ESCARNIO del muerto, SIN DARSE CUENTA DE QUE ÉL MISMO INJURIABA SU PROPIA FORTUNA Y DESLEGITIMABA SU PODER.

Queda dicho que la propia carrera política de Fulvia, la que fue esposa del demagogo Publio Clodio Pulcro, se inició con su tercer matrimonio, con Marco Antonio, el cual estaba feliz de aceptar el dinero de Fulvia para impulsar su carrera.
 
Antonio persiguió y proscribió a sus enemigos políticos, principalmente al que fue cónsul, Cicerón, que le había criticado abiertamente en las Filípicas. Fulvia exhibió la cabeza y las manos de Cicerón en el Foro, cortados por un centurión, Herenio.

Fulvia estaba complacida al vengarse de Cicerón de esta forma no sólo por Marco Antonio, sino también por su primer marido, Publio Clodio Pulcro.

El historiador Dión Casio describe la alegría con la que atravesó la lengua del muerto Cicerón con sus horquillas de oro, como una última venganza contra la "lengua" de Cicerón:

"Y cuando les enviaron la cabeza de Cicerón (pues cuando huía fue apresado y degollado), Antonio, después de dirigirle muchos y desagradables improperios, ordenó que la colocaran en un lugar destacado, más visible que las demás, en la tribuna de oradores , allí desde donde había pronunciado tantas soflamas contra él, y allí se podía ver junto con su mano derecha, que le había sido amputada, y Fulvia cogió la cabeza con las manos, antes de que se la llevaran, y, enfurecida con ella y escupiéndole, la colocó sobre las rodillas y abriéndole la boca le arrancó la lengua y la atravesó con los pasadores que utilizaba para el pelo, al tiempo que se mofaba con muchas y crueles infamias."



http://todosobrelemuria.blogspot.com.es/2015/05/ciceron-desenmascara-marco-antonio.html

Los romanos tenían muchos motivos para considerar que el triunvirato era UNA CARGA PESADA; la principal razón era especialmente MARCO ANTONIO, que sucumbió en ese género de vida INDOLENTE Y DEPRAVADO de siempre, mientras ACAPARABA TODO EL PODER.

Los romanos no toleraban que Marco Antonio viviera en la casa de Pompeyo el Grande, hombre admirado por su discreto régimen de vida y por sus tres triunfos. Los romanos se avergonzaban de ver la casa cerrada a los reyes, los generales y embajadores, a los que se sacaba con INSOLENCIA, y, en cambio, estaba llena de actores de mimos, charlatanes y aduladores borrachos, en los que Marco Antonio DERROCHABA LA MAYOR PARTE DEL DINERO QUE SE HABÍA APROPIADO DE LA FORMA MÁS TERRIBLE Y CRUEL.

Los TRIUNVIROS Marco Antonio, Octaviano, Lépido vendieron las posesiones de los que ellos mismos habían matado, procesaron a los familiares y esposas de éstos, impusieron TASAS ARBITRARIAS, por ejemplo, sobre las joyas y los adornos de las mujeres (lo cual provocó una manifestación de mujeres) y entraron con CODICIA EN LOS TEMPLOS de las VÍRGENES VESTALES, al enterarse de que ellas custodiaban en depósito las posesiones de algunos de sus conciudadanos y de extranjeros.

Como NADA ERA SUFICIENTE PARA MARCO ANTONIO, Octaviano le exigió que compartiera el dinero con él. Compartieron también el ejército que ambos comandarían contra Bruto y Casio en Macedonia y dejaron a Lépido en Roma.

Marco Antonio llegó a Grecia con la intención de recaudar dinero de todas las provincias orientales. Estuvo en Atenas, en Megara. Luego fue a Asia PARA ECHAR MANO A LAS RIQUEZAS DE ALLÍ. A las puertas de Marco Antonio llamaron los reyes y sus esposas, que rivalizaban entre ellas. Algunas aceptaron prostituirse con él, por ejemplo, Glafira, la madre del pretendiente del trono de Capadocia tuvo una relación con Marco Antonio.

En Roma, Octaviano estaba ocupado en sofocar las guerras y las revueltas; en Asia, Marco Antonio gozaba en su tranquilo letargo y volvió a su hábito de vida: CEDER A SUS PASIONES. Músicos, flautistas, danzarines y gran comparsa de actores de Asia del mismo gremio, superando en lo grosero y en lo grotesco toda esa vida canalla que Marco Antonio traía de Italia, irrumpieron en su corte y SE APODERARON DE ÉL.

La situación se hizo INSOPORTABLE para Asia entera, desde el momento en que todos sucumbieron a los mismos EXCESOS. A la entrada de Marco Antonio en Éfeso, las mujeres desfilaron detrás disfrazadas de Bacantes y los niños y los hombres iban de Sátiros y Panes. Marco Antonio se hizo llamar “Dionisio Caridotes y Meliquio” (=el que porta la alegría, el benigno), PERO PARA LA MAYORÍA DE LOS ASIÁTICOS ERA “DIONISIO OMESTES Y AGRIONIO” (=EL CARNÍVORO, EL SALVAJE), PORQUE HABÍA QUITADO SUS BIENES A LOS HOMBRES DE BIEN para quedarse con esos bienes o para dárselos a cualquier envidioso, MIENTRAS SE DEJABA AGRADAR POR ADULADORES Y FUNAMBULISTAS. Marco Antonio llegó a dar a un cocinero en pago la casa de un hombre de la ciudad de Magnesia. Pero lo habitual eran sus ACTUACIONES EXTRAVAGANTES: Marco Antonio regaló a una citarista cuatro villas de Asia y soldados, y a un poeta la ciudad de Tarso entera.

Cuando Marco Antonio quiso imponer un impuesto por segunda vez a las ciudades –Bruto y Casio ya lo habían exigido antes-, el orador Hibreas, hablando en nombre de toda Asia, alzó la voz y concluyó: “si esa cantidad (200.000 talentos) no te ha llegado, reclámasela a aquellos que la tomaron de tu parte”. El discurso conmocionó a Marco Antonio, pues DESCONOCÍA LOS DETALLES de lo que había sucedido POR HABERSE FIADO DE LOS SUYOS EN SU SIMPLICIDAD. Marco Antonio redujo, por tanto, la aportación de impuestos de las ciudades. En efecto, se caracterizaba Marco Antonio por una LLANEZA y una LENTITUD DE REFLEJOS, por EXCEDERSE en los castigos y mucho más en los favores, y por la INSOLENCIA de sus bromas y chiquilladas y por DEJARSE CONQUISTAR por los halagos, ignorando que algunos mezclaban la adulación con la franqueza y le hacían creer que su sometimiento en los asuntos serios no era por complacerle, sino porque se sentían inferiores en inteligencia.

Si tal era el temperamento de Marco Antonio, el amor de Cleopatra VII Thea Filopator, hija mayor de Tolomeo XII Auletes, de ascendencia macedónica, fue el mal que lo remató definitivamente: muchas de las pasiones que se guardaban latentes y dormidas en su interior las desató este amor hasta el paroxismo y, SI COBIJABA ALGÚN SENTIMIENTO BUENO Y SALUDABLE SU CORAZÓN, ESTE AMOR por Cleopatra LO DESTRUYÓ Y SE ESFUMÓ.

Cleopatra VII fue mandada llamar por Marco Antonio para que le diera explicaciones de las acusaciones que se vertían contra ella por haber dado dinero a Casio y haberlo ayudado en la guerra. Ella se hizo mucho de rogar, pero se presentó surcando el río Cidno (de Tarso, Cilicia) en una espléndida embarcación. Todas las gentes salieron a verla. La cena que Cleopatra dio a Marco Antonio fue ampliamente superada en elegancia y en ingenio a la que el romano dio a la egipcia. Cleopatra sabía hablar muchas lenguas, era de trato irresistible, de carácter envolvente y de gran belleza.

TAN FASCINADO estaba Marco Antonio, que –mientras su mujer Fulvia luchaba por el patrimonio de su marido en Roma y mientras un ejército extranjero de los Partos iba a invadir Siria- SE DEJÓ ARRASTRAR por Cleopatra a Alejandría (al sur, lejos del lugar del conflicto en ciernes) y allí, pasando el tiempo en OCIOSIDADES y en NIÑERÍAS, desperdició ese don preciado que es el tiempo.

En efecto, montaron una ASOCIACIÓN DE CONNOTACIÓN RELIGIOSA CON EL NOMBRE DE “LOS DE VIDA INIMITABLE” Y CADA DÍA CELEBRABAN BANQUETES CON INVITADOS EN HONOR EL UNO DEL OTRO Y GASTARON UNA CANTIDAD DESMESURADA E INCREÍBLE DE RIQUEZAS. Por ejemplo, el hijo de Marco Antonio regaló a un médico en una cena todos los vasos de oro de una mesa. Cleopatra manipulaba a un infantil Marco Antonio y estaba siempre a su lado, día y noche, incluso en sus vagabundeos nocturnos iba disfrazada como le gusta a Marco Antonio.

Marco Antonio, a instigación de Cleopatra, HIZO ASESINAR a su hermana Arsínoe IV, reina de Egipto, ya que Cleopatra sentía celos de ella.

Mientras Marco Antonio se entretenía en tales pasatiempos y SE COMPORTABA TONTAMENTE COMO UN MUCHACHO INMADURO, se presentaron ante él dos mensajeros. Uno venía de Roma con la noticia de la derrota en Perugia y de la huida de Lucio, hermano de Marco Antonio, y de la esposa Fulvia ante Octaviano; el segundo comunicaba que Labinio, al frente del ejército de los Partos, había conquistado a Roma el territorio de Asia hasta Lidia y Jonia. Fulvia, mujer temeraria e intrigante, había sido la culpable de la guerra de los Partos. Provocó la guerra para arrancar a Marco Antonio de las garras de Cleopatra. Fulvia murió de la rabia que tenía a causa de los celos.

Octaviano y Marco Antonio se reconciliaron, se repartieron el poder y el territorio con Lépido. El acuerdo político se sanciona con el matrimonio de Marco Antonio con Octavia, una hermana de Octaviano. Acuerdan la paz también con Sexto Pompeyo, que con su pirateo impedía la navegación en el mar. La casa de Sexto Pompeyo era un barco porque Marco Antonio poseía la casa que en su día había sido de Pompeyo, su padre. A Sexto Pompeyo le concedieron Cerdeña, Córcega, Sicilia, Peloponeso.

Había un hombre en la comitiva de Marco Antonio: un adivino de Egipto de los que examinan los nacimientos; hablaba con franqueza a Marco Antonio y le vaticinó que, aunque su estrella era resplandeciente, SE ENSOMBRECÍA ANTE LA DE OCTAVIO, “PUES TU GENIO TIENE MIEDO DE AQUÉL… Y SE VUELVE RASTRERO”. Así es, se dice que en las ocasiones en que ambos se divertían, Marco Antonio siempre salía perdiendo. Contrariado, se fue de Italia y marchó con Octavia a Grecia.

El enviado de Marco Antonio –Ventidio Baso, procónsul- venció a los Partos. Marco Antonio no permitió a Ventidio que firmara la paz con Antíoco de Comágene, aliado de los Partos, PORQUE QUERÍA AL MENOS QUE ESTA ACCIÓN (derrotar a Antíoco) PORTARA SU NOMBRE (de Marco Antonio), ya que todas las victorias anteriores fueron de Ventidio. Con el asedio de la ciudad de Samósata, Marco Antonio vio que no conseguía nada, rectificó LLENO DE VERGÜENZA Y DESHONOR y tuvo que contentarse con firmar una paz de manera voluntaria con Antíoco por 300 talentos (mucho menos de lo que le ofreció Antíoco al principio por mantener la paz)

Ventidio en Partia, Canidio Craso en Armenia, Sosio en Siria fueron los generales de Marco Antonio que realizaron grandes empresas y celebraron sus propios triunfos en los años 38, 36, 34 a. C., pero Marco Antonio tenía menos éxito en las campañas dirigidas por él personalmente.

La sombra desgraciada del amor de Cleopatra, aunque parecía adormecida y sometida, sin embargo, fue acosándole y le asedió a Marco Antonio cada paso que estaba más cerca de Siria. Así que mandó que Cleopatra fuera traída a Siria.

En cuanto Cleopatra se presentó ante él, Marco Antonio TRAICIONÓ A ROMA y puso a los pies de Cleopatra los territorios de Fenicia, Celesiria, Chipre, Cilicia, Judea y la Arabia Nabatea. ESTE TIPO DE CONCESIONES CAUSARON GRAN INDIGNACIÓN ENTRE LOS ROMANOS.

Marco Antonio complacía a simples particulares, quitándoles a otros sus reinos, para concederles tetrarquías o el dominio de pueblos grandes. Antígono de Judea, por ejemplo, hecho prisionero por Marco Antonio en la captura de Jerusalén, fue decapitado en público, una pena a la que ningún otro rey había sido condenado antes.

Sin embargo, lo peor de todo era LO IMPÍO DE LOS HONORES QUE SE TRIBUTABAN A CLEOPATRA y aumentaron más el ESCÁNDALO cuando Marco Antonio reconoció a los gemelos de Cleopatra llamándolos a uno Alejandro “Helios” y a la otra Cleopatra “Selene”.

Marco Antonio, HIPÓCRITA HÁBIL PARA DISIMULAR SUS DEFECTOS, decía que, en su opinión, la grandeza del poder de Roma no residía en los métodos de sometimiento de los pueblos, sino en las concesiones que hacían para agradar a sus súbditos.

Marco Antonio envió a Cleopatra a Egipto y se marchó a través de Arabia y de Armenia. Se reunieron sus ejércitos y los de los reyes aliados suyos. Pero todos estos ejércitos y este gran despliegue NO SIRVIERON PARA NADA POR CULPA DE CLEOPATRA. En efecto, Marco Antonio, IMPACIENTE por pasar el invierno con ella, inició la guerra apresuradamente antes de hora y llevó todas las operaciones DE MANERA DESORDENADA, como si no estuviera bien de la cabeza, sino bajo la influencia de algún tipo de brebaje o de hechizo que le obligaba a estar siempre con ella, a buscarla ansiosamente y a estar siempre más preocupado por acudir a su lado antes que ocuparse de derrotar a los enemigos.

Por impaciencia, dejó Marco Antonio los carros y la maquinaria de asedio en un puesto de retaguardia con Estaciano y avanzó, pero los Partos destruyeron los carros y máquinas de asedio y capturaron a muchos romanos. Esta derrota al inicio de la campaña desmoralizó a los hombres de Marco Antonio. El rey de Armenia, su aliado, se marchó con su ejército armenio. Después se sucedieron PENOSOS EPISODIOS: el hambre, salidas infructuosas para conseguir alimentos, desesperación, frío, exhortación encargada al militar Domicio Ahenobarbo (por vergüenza y desaliento de M. Antonio), travesía del desierto (con un guía de raza marda), ataques imprevistos de los Partos, pérdidas de hombres y de armas, contadas victorias, enfermedad, muchos heridos, muertes por comer hierbas venenosas y por beber aguas no potables, sed, cansancio, desorden, ambición y pillaje entre los propios soldados de M. Antonio. Llegan por fin a Armenia. Del ejército habían muerto 24000 soldados, unos en batalla, otra mitad por enfermedad. Las victorias sobre los Partos NO REPERCUTIERON EN UN RESULTADO DURADERO, SERIO Y DEFINITIVO.

Avanzando por una región llena de riquezas, SE SIRVIERON SIN MESURA de todo y cayeron enfermos de hidropesía y de disentería.

En aquel momento, apremiados por el invierno y la nieve continua, Marco Antonio perdió 8000 hombres por decidir continuar su camino a marchas forzadas. En un pueblo entre Beirut y Sidón esperó a Cleopatra. Se consumió de pesar y de angustia por la tardanza de la mujer y acabó DÁNDOSE A LA BEBIDA HASTA LA EMBRIAGUEZ Y LA PÉRDIDA DEL CONTROL.

El rey de los Medos ofreció una alianza a Marco Antonio para enfrentarse a los Partos. Octavia, la esposa de Marco Antonio, vino a Oriente. Al llegar ella a Atenas, las cartas y los emisarios de Marco Antonio y las argucias de Cleopatra trataron de detenerla. Cleopatra exageró teatralmente las muestras de su pasión por Marco Antonio: adelgazó, ponía miradas intencionadamente absortas o lánguidas, fingía dejar de llorar. Los aduladores defendían a Cleopatra y reprochaban a Marco Antonio que fuera cruel e insensible hacia Cleopatra, que se había rebajado de “soberana” a ser considerada “amante” de Marco Antonio. LOS ADULADORES ASEDIARON A MARCO ANTONIO Y DOBLEGARON SU VOLUNTAD CON EL MIEDO DE QUE CLEOPATRA SE QUITARA LA VIDA. Marco Antonio retrasó la campaña de Media para el verano. Regresó a Alejandría.

El rey de Armenia que se retiró del ejército de Marco Antonio en la campaña contra los Partos fue hecho prisionero por éste y llevado encadenado a Alejandría, donde Marco Antonio celebró su triunfo que consistió en una procesión dionisíaca. De esta NUEVA TRAICIÓN A ROMA se quejaron mucho los romanos, PUES UNO DE LOS MÁS GRANDES TRIUNFOS QUE CORRESPONDÍA A SU PATRIA, ROMA, FUE OFRECIDO POR MARCO ANTONIO A LOS EGIPCIOS POR AGRADAR A CLEOPATRA.

Además, Marco Antonio envió a Roma una delegación para ECHAR A SU ESPOSA OCTAVIA DE SU CASA (esto se documenta también en los historiadores Livio, Dión Casio, Eutropio, Orosio). Los romanos decían que Cleopatra era una prostituta que no estaba a la altura de Octavia. Marco Antonio se ganó la antipatía de todos los romanos AL INJURIAR a su esposa Octavia, una gran mujer, digna, virtuosa; y se ganó el odio general de los romanos CUANDO CELEBRÓ UNA CEREMONIA DE REPARTO DE TERRITORIOS, NO A FAVOR DE ROMA, sino a favor de sus hijos y de los de Cleopatra en Alejandría, que pareció pomposa, teatral y claramente desagradable a los ojos del Senado y del pueblo de Roma.

Octaviano comunicó al Senado romano estas acciones y lanzó tantas acusaciones, que acabó poniendo al pueblo en contra de Marco Antonio.

Cleopatra se vale del soborno para que Canidio convenza a Marco Antonio de quedarse con ella y no bajo la influencia de Octavia. Lo consigue. En Samos se reúnen los dos ejércitos de Marco Antonio y Cleopatra con tropas de otros reyes y pueblos aliados. Aún hay diversiones, cánticos, actores, coros. Después, van a Atenas. Cleopatra, celosa de la veneración que se tenía por Octavia en la ciudad, se atrajo a la población con su liberalidad.


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