lunes, 9 de septiembre de 2019

PUEBLOS AMAZIGH

Las diferencias culturales del mundo amazigh, mal llamado beréber, en gran medida se han pasado por alto en países como Marruecos, Argelia, Mauritania, Túnez, Libia, Malí, Níger, etc., para uniformar todo bajo la impronta árabe e islámica.

Aunque la inmensa mayoría de la comunidad amazigh no tiene conciencia real ni de su ubicación, ni de su número, ni de su historia, desde hace décadas la identidad étnica se ha reflejado en la voluntad de autodenominarse amazigh (en plural imazighen), que significa hombres libres.


El norte de África es la cuna de los amazigh y está poblado desde la prehistoria. Las etnias
imazighen desarrollaron las culturas autóctonas del África del noroeste.

Imazighen son tanto un tuareg como un guanche de Canarias o un almohade, un almorávide, un zenata, un rifeño o un kabilio; tan pronto es rubio con ojos claros como de piel oscura o negra y pelo rizadísimo.

La realidad sociocultural amazigh se muestra fragmentada y dispersa, ubicándose históricamente en los actuales estados de Marruecos (en el Rif, el Atlas, el Sous), Argelia (Aurés, Kabilia, Mzab, Hoggar), Túnez (isla de Yerba, Matmata, Krumirie), Libia (en el djebel Nefussa, Tibesti), Egipto (oasis de Siwa), Malí (noreste), Níger (noroeste) e incluso Mauritania (tribus asentadas en las cercanías de Nouakchott), el Chad o Burkina Fasso. Así el sur del Magreb acabaría allí donde acaba la presencia de grupos de tradición amazigh, o sea, los grupos étnicos que hablan el tuareg. Estos pueblos son nómadas y la frontera cultural se mueve con ellos. Esto ha provocado conflictos con las administraciones de los países.


SIWA EN EGIPTO


A esta dispersión hay que añadirle la naturaleza variada y accidentada, pues los imazighen habitan las montañas del Atlas, la Kabilia o el Ahaggar, las playas del Mediterráneo, el desierto del Sahara. En este espacio geográfico han subsistido estas culturas autóctonas desde la prehistoria.

El medio ambiente y la geografía de la mitad norte de Africa ha conocido, en los últimos 100.000 años, importantísimos cambios: entre el 70.000 y el 12.000 a. de C., un período hiperárido; entre el 8.000 y el 5.000 a. de C., un período de clima amable, en que gran parte de este espacio norteafricano y sahariano comenzó a ser recorrido por grupos humanos, denominados aterienses, con cierto índice de sedentarización. Hacia el año 5.000, con el clima húmedo aparece la huella del hombre cazador, recolector, pescador, comedor de moluscos, y aparece la cerámica en el Air y el valle del Nilo Central o Sudanés; en cambio los capsianos del norte del Magreb aún no conocían la cerámica. Documenta la arqueología un patrón en la decoración de tipo ondulado, que se halla desde el Atlántico hasta el Nilo, incluyendo el Magreb; también se ha constatado la existencia de una industria de instrumentos de piedra.

Pero el episodio climático árido tras el neolítico (entre el 2500 y el 1000) acentúa la desertización del Sahara, aislando a muchos grupos étnicos en auténticos oasis culturales. Aprovechando períodos húmedos, pueblos amazigh se instalan en el Sahara central.

Las numerosas manifestaciones del arte rupestre manifiestan las formas de vida de la época y un complejo mundo simbólico. Quizá el caso más interesante sea el de los borregos tocados con un objeto esférico o calabaza en la cabeza, que algunos vinculan al Dios Amón, explicándolo por su pertenencia a un sustrato de mitos comunes de origen neolítico.

El sol es un elemento fundamental en la religión y creencias preislámicas de los Amazigh. Hay una hipótesis de que el dios-sol, de origen prehistórico sahariano, que entre los egipcios se llama Amon-Re, entre los guanches de Tenerife Achamón y entre los fenicios Ba’al Hammon influyó en el Mediterráneo, al parecer procede del interior de África. Es el Dios sol o Dios carnero con un sol entre los cuernos, de las estaciones rupestres del Atlas y macizos saharianos. El dios-carnero Ammon, dios tebano y posteriormente del antiguo Egipto, procedería de Siwa (núcleo amazigh de Egipto).

egipcios-de-la-antiguedad-en-el-sur.html

Así pues, todo parece indicar que el norte de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado desde la prehistoria por una serie de etnias con un sustrato cultural común.


Estos pueblos constituirían lo que se ha denominado área lingüística líbico-beréber; otros autores hablan de protoberéber. Tras este concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Númidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí, etc.

Se ha relacionado a los iberos con los bereberes del norte de África por medio de la comparación de las lenguas y de la arqueología. Los iberos son señalados por los antiguos en las islas británicas, en Irlanda (el pueblo Hiberno); en los tipos morenos de las comarcas del oeste de Inglaterra (que sorprendían ya a Tácito); en los iberos hispanos que en época de César entraban en la Galia por Aquitania, donde llegaron hasta el río Garona (ciudades ibéricas de Eliberre, Hungunverro, Calgurris, Elusa, Iluro, Tolosa, Carcaso) y hasta el Ródano; en los habitantes autóctonos (sicanos) de Italia y Sicilia; incluso se ha llegado a identificar a los vascos como reducto de herencia ibérica.

Por otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar.

La iconografía egipcia del Imperio Nuevo alude a los “temehu” o “tehennu”, que se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en dos grupos básicos: los “libu” (que portan taparrabo) y los “meshwes” (que portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos más antiguos sobre los amazigh.

El calendario amazigh comienza su historia desde el hecho de que la dinastía XXII de Egipto era un clan libio "meshwesh" que conquistó Egipto alrededor del año 935 a. C. y que Sheshonq I es el fundador de dicha dinastía.

Las primeras fuentes históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de tribus y pueblos como Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii, Libyophenices, etc. Herodoto mantenía que los antiguos libios (los asbites del Hoggar y el Tassili n’Ajjer) enseñaron a los griegos las ventajas de la cuadriga.

Tassili n’Ajjer
 Herodoto narra que los garamantes perseguían con carros de cuatro caballos a los negros etíopes y describió a aquellos pueblos líbicos, instalados entre la Cirenaica y el Sahara tunecino, también como expertos en la conducción de estos carros.

Los garamantes atravesaron el Sahara hasta el actual Níger con sus carros tirados por caballos. Existen numerosos testimonios de grabados y pinturas que representan estos carros, básicamente en estaciones de las montañas del Atlas (Marruecos), del Sahara occidental (Mauritania, Senegal) y de los macizos centrales del Sahara (Argelia, Malí, Níger y Libia). Una de las rutas de los carros de la prehistoria sahariana acababa en Ghana.

El geógrafo Estrabón situó en las tierras más meridionales de la antigua Libia a los Etíopes, inmediatamente después situaba a los Garamantes, Farusi y Nigrites; por encima de estos estaban los Getulos. Entre Egipto y la Cirenaica estaban los Marmaridi. Al oeste estaban los Mauros; y entre estos últimos y Cartago existían numerosos pueblos nómadas.

De modo que la zona de expansión de las rutas de carros de la antigüedad sahariana y la expansión de la lengua líbico-beréber coinciden en el espacio. Obviamente estos pueblos son los antepasados directos de los actuales imazighen.

La dispersión de estos elementos culturales por extensas zonas del continente permite hablar de flujos de comunicación interétnicos.

La extensión de las inscripciones líbicas y de tifinagh (el alfabeto amazigh) coinciden geográficamente con las más antiguas de carros tirados por dos o cuatro caballos.

La presencia de inscripciones en tifinagh se halla desde la península del Sinaí hasta las Islas Canarias y desde el Mediterráneo hasta orillas del Río Volta, en Burkina Faso. En ese sentido, gran parte de la toponimia del noroeste de África sólo se puede explicar recurriendo a las lenguas amazigh. Ahora bien, la datación exacta de la epigrafía en tifinagh es imposible de obtener actualmente y ello hace difícil que se puedan establecer periodos históricos fiables a partir del tifinagh. Actualmente, la letra ‘yaz’ del alfabeto representa al hombre libre y es el símbolo de la nación amazigh.



La existencia de rutas transaharianas neolíticas abonaría la tesis de la existencia de un sustrato étnico o cultural común. Se compartirían unos mismos elementos culturales que circulaban por las rutas transaharianas o que estaban muy arraigados en la zona.

Por otro lado, la presencia de fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, etc. en el norte de África ha permitido tener noticias históricas de los pueblos Amazigh.

Tenemos noticias de grupos étnicos amazigh que convivieron y se mezclaron con fenicios y cartagineses o que se romanizaron; otros resistieron o se mantuvieron autónomos. Otras veces sirvieron de mercenarios en los más diversos ejércitos: egipcio, cartaginés, romano, árabe.

Hay que tener en cuenta que toda el África Mediterránea fue una tierra fértil y próspera que invitaba al asentamiento y la colonización, con una costa marítima apta para la pesca, el comercio y la navegación.

El nombre “beréber” es despectivo en su origen y ajeno al grupo étnico que alude. Es una variante de “bárbaro”, epíteto que los árabes (tomándolo de los latinos que lo habían heredado de los griegos) dieron a los pueblos camitas que se encontraban en el África noroccidental, la “Orilla de Occidente”.

Los historiadores latinos empezaron a llamar “afri”, “mauri”, “barbari” tanto a los ciudadanos de Cartago como a todas las cosas púnicas procedentes de Libia y a los pueblos norteafricanos rebeldes a la dominación romana.

En “La guerra de Yugurta” de Cayo Salustio, aparece una curiosa tipología de los pueblos imazighen que habitaban la zona, y relata un conflicto entre romanos e imazighen. De hecho Yugurta, Masinissa, Syfax y otros personajes están ligados a la historia de la Península Ibérica y la historia de la Roma republicana e imperial (emperador norteafricano Septimio Severo).

Los vándalos aparecieron en África en el año 439, pero el general Belisario reconquistó el norte de África, la antigua Libia, para el Imperio bizantino. Después el exarcado bizantino de Cartago fue disuelto con la irrupción de los musulmanes en el norte de África.

Los bizantinos son derrotados en el año 665 y el Islam se difunde, durante el siglo XI, hacia Sudán, en la sabana al sur del Sahara (Malí, Níger, Chad). Abu Bakr, almorávide (grupo étnico de origen amazigh), se hace con Ghana en el año 1076-1077 y los marroquíes invaden y destruyen el imperio Songhay en el año 1591.


Las más grandes dinastías amazigh, ya arabizadas e islamizadas, emigraron a España desde el 711. Los almohades y almorávides dominaron una parte de la Edad Media española. Dinastías como los ziríes y los meriníes llegaron a reinar y a colaborar en el reino de Granada, tan ligado al norte de África.

TAJIN

 A partir de entonces, el Islam se expandirá por la Amazigia de forma desigual a lo largo de los siglos, durante los cuales el sustrato cultural amazigh ha sufrido sensibles transformaciones. Sin embargo, bajo los distintos sedimentos culturales de origen arabo-musulmán, turco u occidental, se encuentran aún importantes vestigios del primigenio sustrato cultural afro-sahariano o protoamazigh. Ello se observa en supersticiones, motivos decorativos, danzas, instrumentos musicales, gastronomía (tajín, cuscús dulce…), vestimenta tradicional, telares, medicina popular, tradiciones, valores sociales, etc., visibles todavía.

Hay una danza tunecina beréber, tradicionalmente bailada en las bodas, donde las bailarinas llevan una "melia", una prenda larga abrochada por dos "khlal" (fíbulas, el ancestro del imperdible) y el "khulkhal" (grandes tobilleras), y con pañuelos invitan a los asistentes a la fiesta.

JÓVENES OULED NAYL


Las bailarinas argelinas de la tribu Ouled Nayl obedecían a una tradición ancestral que daba a las chicas jóvenes Ouled Nayl una libertad temporal. Esto ha sido investigado por Amel Tafsout. La tradición Nayli consistía en que las niñas aprendían la danza de sus madres: "la bailarina no camina, se desliza". La niña dejaba su pueblo natal en el inicio de la pubertad, hacía su camino a otros oasis, iniciaba una nueva vida durante el viaje, por sus bailes le pagaban con joyas y vivía la vida de una cortesana. Cuando ganaba lo suficiente, volvía a su casa, buscaba un marido, se casaba y ponía fin a su carrera profesional, pero transmitía el baile a su propia hija.


La tradición de esta danza desapareció hace unos cincuenta años, porque los franceses y los occidentales no sabían reconocer la diferencia entre la prostitución como profesión y la tradición argelina que es otra cosa diferente. Sin embargo, las bailarinas Ouled Nayl fascinaron a franceses y occidentales y fueron muy conocidas en todo el mundo a través de cuentos escritos por André Gide o Guy de Maupassant y de pinturas de Clarins, Fromentin, Dinet y gran número de tarjetas postales coloniales.

Kosayla y Kahina son dos "reinas" amazigh que han pasado a la historia por haber encabezado la lucha contra la invasión árabe. Lalla Fadhma también lideró la resistencia contra el colonialismo francés del siglo XIX.

LALLA FADHMA


BIBLIOGRAFÍA
Camps, (1980); Servier, (1985);  Cubillo (1985); Henri Hubert (1988); Bernabé López (1989); Paul Balta (1990); Bernabé López y otros (1993); Antoni Segura (1994); Cervelló (1995); Aida de la Fuente (2016)

Lamentamos tener que inhabilitar los comentarios para evitar las entradas de comentarios fuera de lugar que enlazan con links y promociones de tipo casi delictivo industrial, comercial, casinos, criptomoneda, pornografía y demás. Si Google no hace nada nosotros tenemos que hacerlo.