martes, 30 de agosto de 2016

IBN AL-JATIB, ÚLTIMO HAYIB DE LA ALHAMBRA


Antonio Rodríguez Gómez, en Port-Royal, edita El último hayib de la Alhambra (Memorias de Ibn al-Jatib), una encomiable novela humanística e histórica sobre Muhammad Lisan ibn al-Jatib, de Loja, estructurada de acuerdo con una comparación, de inspiración sufí, entre los hombres y los árboles.

Como el padre de este gran personaje estuvo ligado a la administración pública, Ibn al-Jatib será testigo de los reinados de Ismail ibn Faray, Muhammad IV, Yusuf I y Muhammad V.

Con Yusuf entró como miembro de la secretaría de la corte a las órdenes de Ibn al-Yayyab y ocupará cargos notables, y con Muhammad V (1354-1391) será visir y, posteriormente hayib, esto es, primer ministro. Ibn al-Jatib es considerado «polígrafo», porque escribió, dada la amplitud de sus miras, sobre muchos temas. Su preocupación por la correcta redacción de documentos y por la agilidad de los procedimientos administrativos se reflejó en las obras jurídicas que escribió. Pero también Ibn al-Jatib tuvo que exiliarse en Marruecos y allí se dio a conocer en la corte de los meriníes.

De la mano de Antonio Rodríguez Gómez, con belleza literaria y sobriedad y comprensión histórica, el lector asiste a un rico panorama: la obra sensata del esclavo cristiano arabizado Abu-Nuayim Ridwan, que llegó a ser hayib influyente en la política de Muhammad IV, Yusuf I y Muhammad V; la personalidad orgullosa e independiente de la ciudad de Guadix; la educación de los príncipes norteafricanos en la Alhambra; los caudillos cristianos (caso de Martín de Córdoba) fieles a los nazaríes; la incipiente amistad infantil entre Pedro I de Castilla y Muhammad V que será en el futuro alianza político-militar; las sucesivas modificaciones de las construcciones de Al-Hamra, que hoy se conocen como «de una pieza», pero que son el resultado de muchos procesos, cuyo aspecto hermético ha sido estudiado por Antonio Enrique en su Tratado; las reflexiones y las conversaciones de los personajes sobre el buen gobierno y la buena diplomacia.




Es recomendable leer este libro para no caer en la ignorancia ¿Cómo es posible que los periodistas españoles, durante las lamentables guerras de Oriente Medio, maltradujeran o calcaran las crónicas americanas y hablaran de «clérigos», en vez de imanes o alfaquíes, del Islam?

Ibn al-Jatib estudió medicina y contribuyó a cortar la epidemia de la peste en Granada. De esta experiencia compuso un libro de tema médico. Más tarde, con la euforia constructiva de Muhammad V, promovió el hospital para enfermos pobres conocido como Maristán.

También se dedicó a la poesía. Tiene una antología, Ejercicio de moaxajas, y la recopilación Sacudida de alforjas para entretener el exilio, donde los críticos destacan el poema dedicado a la fiesta de Muhammad, regresado del exilio de Fez, en los palacios de la Alhambra, donde las horas marcadas por un reloj mecánico son motivo de inspiración. Se describen vestidos, decoración, protocolo, comidas servidas y mil noticias curiosas, todo visto y vivido dentro del palacio.





Poemas menos eruditos son los trenos por la muerte de su esposa Iqbal y por la muerte de su amigo Ibn al-Yayyab. Asimismo se recuerdan sus epístolas poéticas; en especial, la epístola de comparación entre Málaga, que sale favorecida, y Salé de Marruecos.

La aparición de Ibn Khaldun en Granada (1362) significa un soplo de aire fresco en el orden intelectual, político, religioso. Se convertirá en embajador de tres reinos hermanados, Castilla, Granada, Fez.


Como historiador, Ibn Khaldun escribe sobre "las falsedades de la historia":

"Has de saber que realmente la historia es el conocimiento de la persona humana como ser social, que es la base de la civilización, y la exposición de la verdadera naturaleza de esta civilización, con sus principales manifestaciones y características como la vida salvaje, la aculturación, los mecanismos de cohesión social, las vías de dominación en el género humano y el surgimiento, dominando un pueblo sobre otro, del poder y de los Estados; la estratificación social, las actividades a que se dedican los humanos: profesiones, ciencias, actividades de producción, y los cambios que se introducen, por su propia naturaleza, en cada una de estas características.

Pero la mentira suele acechar en ocasiones a este conocimiento de la historia y ello puede deberse a varias causas. Entre ellas está la adhesión a una determinada corriente de opinión. Si el ánimo del individuo se sitúa en una posición imparcial, recibe una noticia con un espíritu de análisis y lo examina pacientemente hasta separar lo verdadero de lo falso. pero si se condiciona por una opinión, acoge el hecho mediatizado y se deja llevar por la versión que mejor se adecue a ella. La opinión preconcebida cubre con un velo los ojos de la mente e impide analizar los hechos, con lo que se cae de inmediato en falsedades.

Otra causa que empuja a lo mismo es la confianza ciega en el transmisor de la noticia, sin acudir a un proceso de comprobación y aquilatación. (...)"

Ibn Khaldun señala otras causas que atentan contra la veracidad de los historiadores y de las personas en general: alterar con posterioridad la exactitud de la noticia por ignorar la relación de un hecho con las condiciones históricas en que se produjo; mejorar las circunstancias de los hechos, introduciendo inexactitudes, con el fin de acercarse a las personas importantes; ignorar las auténticas características de la sociedad humana que reflejan las circunstancias en que se producen.

La arabista María Jesús Rubiera señala la pobreza de la poesía de los poetas-funcionarios, Ibn al-Hakan de Ronda, Ibn al-Yayyab de Granada, Ibn al-Jatib de Loja, Ibn Zamrak del Albaicín, todos enmarcados por el conservadurismo institucional y por las semejanzas de estilo.


Una manera de buscar nuevas vías poéticas fue la poesía epigráfica, donde el aspecto gráfico es un significante más de la expresión poética. María Jesús Rubiera recuerda que la caligrafía árabe se había estilizado y embellecido como único medio de representar las imágenes, vedadas en los versículos coránicos. De las artes menores (muebles, espadas, tapices...) pasó la poesía caligrafiada a las paredes de los palacios. Aún hoy existe gente docta que sigue enseñando el arte de la caligrafía árabe, donde cabe la intuición y la emoción, como en la caligrafía Zen.


De Ibn al-Jatib hubo poesía caligrafiada que se borró de las paredes, porque cayó en desgracia; otra se mantiene en las tacas de la Torre de Comares. Emilio García Gómez nos dio traducidos los Poemas árabes en los muros y fuentes de la Alhambra. Los del último hayib de la Alhambra están en las tacas del arco de entrada del salón de Embajadores, donde dice:

"Gano en gala y corona a las hermosas;
bajan a mí los astros del Zodíaco. (...)"

y en la Sala de Dos Hermanas, donde dice: 

"Frescor del ojo en mí tus ojos vean
y admira el arte y gala que atesoro..."

Hay que agradecer al escritor de esta novela el selecto ramillete de textos poéticos hispanoárabes que van engastados, alguna vez explicados, en diversas situaciones de la acción.

Como humanista, Ibn al-Jatib trató de reinstaurar en Granada la Biblioteca de Al-Hakam de Córdoba. Como historiador, escribió en su juventud, por su contacto directo con las diversiones de la corte, un libro con historias de músicos y bailarinas. Pero destaca, ante todo, por la obra Luna llena sobre la historia de Granada (1369), una antología literaria con biografía exhaustiva de poetas, escritores y sabios granadinos, especialmente de la época de esplendor de Ismail y de Yusuf, por lo cual es una obra muy consultada para conocer con detalle el reino nazarí. También consta que hizo una antología de poemas «con encanto» (Libro de la magia y la poesía).

Al palacio (el mismo sultán Muhammad V fue iniciado) llegó la mística de las cofradías sufíes. Desde su juventud, Ibn al-Jatib se sintió atraído por la doctrina sufí, más que por la doctrina oficial en la Granada nazarí, la «malikita» o escuela de «la tradición», introducida en Al-Ándalus en el siglo VIII. El malikismo está representado por Ibn Zamrak, que se convierte en un taimado enemigo político de Ibn al-Jatib.

Efectivamente, existió una Granada esotérica de ejercicios espirituales y cofradías sufíes, donde se leía y comentaba el poema místico sobre el amor divino «Jardín del conocimiento del amor supremo» del poeta lojeño. Cuando éste se retiró voluntariamente de la corte y renunció a su cargo de hayib, fue a la rábida de Abu Ishaq, asceta y poeta, en Ilbira, donde recuerda a los reyes ziríes y a los poetas místicos Ibn Sabin de Murcia y al-Sustari de Guadix.

Después saldrá de Al-Ándalus, para vivir y predicar en Salé. Con Ibn Zamrak y los malikitas la pobreza y el amaneramiento intelectual de la corte y de la Madraza de Granada quedarán asentadas. Una desgracia para la cultura representada por Ibn al-Jatib. Sus libros fueron quemados por sus enemigos.



http://portroyal-edic.com/nar004informfrp.html


http://www.alhambradegranada.org/es/info/poemasepigraficos.asp

http://danzasdealandalus.blogspot.com/

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