sábado, 13 de febrero de 2021

SÍMBOLOS DE LA ACTUAL PANDEMIA

Independiente y concurrentemente con el valor útil para la actual situación sanitaria, los elementos recomendados o impuestos por las autoridades también tienen un acusado valor simbólico, que en definitiva refleja el concepto antropológico de "humanidad" que se quiere multiplicar.

Valor simbólico de la mascarilla.

El rostro, la parte más noble del ser humano, ahora ocultado con máscara o semejantes a máscara, se puede interpretar como símbolo de falsedad, de maldad y de intenciones retorcidas. En arte, una alegoría clásica de la falsedad se representa como una mujer vieja y repulsiva que bellamente ataviada procura colocarse una máscara que cubra la fealdad de su rostro. Mientras tanto, una alegoría clásica de la lealtad se representa con una mujer hermosa que ilumina el camino con una mano y con la otra lleva una máscara rota (la simulación).

La máscara de Carnaval se usa como un modo de cambiar la personalidad, perder la individualidad, y caer en el anonimato para nada bueno. La máscara así deviene símbolo de lo frívolo, de falta de sinceridad, de ocultación de la fealdad real, de orgías, de encuentros sexuales con vicios y engaño.

Los valores humanos nobles que quiere ocultar la máscara, entre otros, son:

El hálito de Dios (en hebreo, Ruah) que sale de la boca, o sea, la potencia creadora, el don del alma, manifestación del espíritu, causa y principio de vida.

La facultad de la palabra. Adán dio nombre son su palabra a todos los seres vivos de la tierra. El logos como vida, palabra, luz y energía muestra la inteligencia humana: para el rezo y la plegaria, para el canto y el arte, para la oratoria, para tener voz y voto en la política, etc.

El beso y el amor. Cuando no se trivializa, el beso en la boca viene a ser comunicación de un espíritu a otro. Tiene un significado de unión espiritual y física, e indica un grado de fidelidad y de compromiso.

Además, el beso dentro de la familia también expresa la unidad y la fidelidad de los vínculos familiares.

La risa. Este valor humano y social tan querido del filósofo Henri Bergson.

El poder de autodefensa. Los dientes se muestran al reír, pero también simbolizan la toma de posesión y la asimilación en el acto de comer los alimentos. Por eso tienen algo de agresivo, pero también de instinto defensivo, que parece querer anularse en los individuos y en las sociedades.

Se confirma lo dicho en "Valor simbólico de la mascarilla" con noticias tales como: "Los pequeños de entre dos y cinco años, a quienes el confinamiento y la crisis sanitaria cogió en pleno proceso evolutivo, son los más afectados por alteraciones en la fonética y los problemas de expresión", problemas de aprendizaje, etc.

mascarillas-ninos-problemas-habla 

https://www.epe.es/es/sanidad/20220317/mascarillas-ninos-problemas-habla-13381382

Valor simbólico de la distancia social.

La distancia implica un elemento centrífugo e inmovilizador con una fuerza de dispersión, de disgregación. 

Como noción espacial la distancia se aplica como símbolo de formalismo, jerarquía, orden social.

El distanciamiento social indica claramente la voluntad de disolver sindicatos, asociaciones, partidos políticos, familias, clases, gremios, corporaciones, etc, donde los individuos reunidos sienten mayor fuerza, pero distanciados ese poder queda reducido.

Es más, la distancia social convierte al individuo en "antisocial", donde la antipatía, el miedo, el rencor y la envidia predominan a causa de la inseguridad, la soledad, etc.

Los símbolos, pues, hablan por sí mismos de los responsables políticos y de los ideólogos en quienes se inspiran.

Los teóricos clásicos del fascismo (Gentile, Le Play, la Tour du Pin, Aunós, etc.) defendían que "todas las clases sociales deben estar jerarquizadas y unificadas en torno al ideal nacional", defendían la convergencia de la tendencia corporativa del Estado y de la fuerza personal individual, defendían reencuadrar la anarquía social y hacer que las masas asumieran el respeto a las jerarquías y la abstención de toda política.

En esta visión totalitaria, la coacción comunitaria (véanse las redes sociales, la prensa...) y la violencia del Estado se quieren hacer "respetables". En suma, querían los pensadores fascistas un capitalismo sin liberalismo (libertades y derechos) ni democracia (participación ciudadana); por eso dieron tanta importancia a la manipulación emocional mediante los medios audiovisuales y las ceremonias colosales, espectaculares y mediante una retórica bélica, beligerante, contra algún agente o enemigo, algo peligroso.

Valor simbólico del confinamiento en casa.

El encerramiento en el hogar se asemeja a la prisión, pero puede ser síntoma de temor o egoísmo, incluso de falta de miras para cosas más elevadas. En el evangelio de Lucas, 10, 38-42, Marta anda muy afanada en los quehaceres del hospedaje de Jesús, pero María "ha elegido la mejor parte" al sentarse a escuchar al Rabbi de Galilea.

El confinamiento nos conduce al mito de la caverna formulado por Platón el filósofo. La caverna representa un mundo insuficiente y doloroso, un mundo de apariencias engañosas que será preciso abandonar para conseguir un conocimiento verdadero.

En la caverna-hogar, incluso el frigorífico, la televisión, el cine futurista, las redes de internet, videojuegos, teléfonos, juegos de azar y otros se suelen erigir en centros de ignorancia que fortalecen el mito de la caverna.

La televisión, ya desde los años 1950, ha sido una de las primeras herramientas para la manipulación afectiva y cognitiva y para el distanciamiento y la disgregación de las familias.

La misma idea de ignorancia, sujeción y dominación se aprecia en el símbolo de la "red social", llena de convencionalismos, falsas apariencias, y mecanismos de controlar la opinión.

Valor simbólico de los guantes y de lavarse las manos

El guante evita el contacto con lo material o con algo que realmente es sucio o a lo que con recelo se atribuye suciedad. Recordamos las celebrities que salían en los medios desinfectando los asientos de los aviones que iban a ocupar en sus viajes.

Es un atributo de personajes y jerarquías que quieren mantenerse al margen de las realidades que realmente manchan o a las que se atribuye el valor de lo manchado (castas inferiores, p. ej.)

Significa falta de calor humano. La mano es tan decisiva en la existencia humana, que ha tenido gran riqueza simbólica. Saludarse con la mano indica confianza, compromiso, plenitud y calor humanos. Saludarse con los codos parece grotesco, animal, indica confrontación, unión que no dura, falta de compromiso.

También hay personas psicóticas con el síndrome de querer lavarse las manos continuamente. En el fondo tienen un trauma o un sentimiento de culpa o de borrar huellas por sus "guarrerías" o sus "fechorías". 

Lavarse las manos es higiénico, sí, pero indica indiferencia hacia los demás, falta de empatía. Pilatos, un gobernante que no se comprometió con la defensa del hombre justo, "mandó traer agua, se lavó las manos delante del pueblo y dijo 'yo soy inocente de la sangre de este justo'. Vosotros veréis". (Mateo, 27, 24)


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