domingo, 25 de marzo de 2018

FILOSOFÍA Y ASTROLOGÍA HERMÉTICAS

Filosofía se define etimológicamente como “amor a la sabiduría” y hermética remite a Hermes Trismegisto y al dios egipcio Toth, ambos dotados de sabiduría, enseñanza, poder de guía de almas.

Entre los textos que transmiten la sabiduría hermética destaca el Corpus Hermeticum (recopilación tardía, de los siglos II-III después de Cristo). El conocimiento trasmitido entraña en quien lo recibe revelación de cosas nuevas, pero también una actitud: iniciación, ascesis, arrepentimiento, meditación, iluminación.

Se considera que hay siete principios universales de la Filosofía Hermética que explican los fenómenos del hombre y de la naturaleza. Realmente se enseñaban en las escuelas de misterios de las antiguas civilizaciones atlantes y lemures.

Primer principio. El universo es inteligente, porque procede del Todo (que es también Inteligencia, Sustancia y Energía). El Todo es incognoscible, infinito, inmutable; es Inteligencia Viviente, es Espíritu, es la Ley en sí mismo. El universo es una creación mental del Todo.

En toda la naturaleza actúan y rigen los principios inteligentes (logoi), desde lo más inerte (lo mineral) hasta los movimientos de los planetas y las estrellas. En cada planeta, estrella y constelación hay un principio inteligente y director, ley y potencia, vida y creador de vida. La naturaleza mecánica obedece a los principios inteligentes, conocidos en diferentes tradiciones como Demiurgo, Elohim, etc.

Segundo principio. La correspondencia entre los varios estados del ser y de la vida es un hecho que lleva a afirmar el axioma hermético: tal como es arriba es abajo; tal como es abajo es arriba. Del Todo han salido como emanaciones, como fases de manifestación de la vida: el espíritu, la mente, el cuerpo físico. Las criaturas y las dimensiones han salido de la misma fuente.

Las fuerzas y energías que moldean los cielos ordenan igualmente a los hombres (microcosmos, el orden universal en pequeño). La naturaleza humana puede comprenderse en función de los astros del firmamento. La astrología admite la correlación entre las constelaciones y las partes del cuerpo del ser humano:

Aries. Cabeza.

Toro. Cuello y oídos.

Gemelos. Pulmones.

Cangrejo. Glándula timo.

León. Corazón y espina dorsal.

Virgen. Estómago, páncreas e intestinos.

Libra. Riñones.

Escorpión. Glándulas sexuales.

Sagitario. Caderas y muslos.

Capricornio. Rodillas y piel.

Acuario. Pantorrillas.

Pez. Pies.

Tercer principio. Todo vibra. Las diferencias entre las diversas manifestaciones de la vida y del ser -la materia, la energía, el éter universal, las manifestaciones psíquicas- son el resultado del estado vibratorio (su modo y su intensidad).

Cualquier estado psíquico va acompañado de vibraciones que afectan a personas, plantas, animales, etc.

La filosofía hermética en su aspecto práctico permite poder cambiar a voluntad nuestras vibraciones psíquicas, podemos controlarlas, modificarlas... Es la transmutación psíquica, que significa saber dirigir la atención.

Podemos vibrar con las vibraciones pesadas de la vida mecánica, superficial, dolorosa, o podemos vibrar con las vibraciones de la energía saludable, de la sensibilidad psíquica, del espíritu y de la autoconciencia, que nos acercan gradualmente a las vibraciones de los seres inteligentes de los planetas y las estrellas.

Uno de los aspectos más prácticos y desconocidos de la astrología hermética es que podríamos también cambiar a voluntad nuestro signo astrológico.

Podemos, por tanto, cambiar de vibración, hacernos más sensibles, psíquicos. La base es cambiar la forma de pensar y de sentir y hacer que nuestras energías dejen de ser centrífugas y convertirlas en centrípetas.




Cuarto principio. Todo tiene dos polos opuestos. La diferencia consiste en el grado de situación entre los dos polos. De tal modo, toda oposición puede conciliarse. Este principio de polaridad se manifiesta en la mente, en el subconsciente, que se mueve en el mundo de la dualidad.

La filosofía hermética en su aspecto práctico puede hacer que el ser humano transmute sus propios estados psíquicos con voluntad, puede salir de la degradación a los estados elevados del ser. Por este motivo, la conciencia y la voluntad unidos nos ayudan a trascender la dualidad, la polaridad.

Podemos recibir las vibraciones planetarias y estelares de forma inconsciente para comportarnos inconscientemente y sufrir efectos negativos. O podemos recibirlas de forma más consciente para hacer cosas conscientes y atraer mejores circunstancias.

Quinto principio. Todo tiene sus procesos de avance y retroceso. El principio de ritmo se manifiesta entre los dos polos opuestos establecidos por el principio anterior. En los diferentes estados del ser y de la vida hay ritmo, compensación, oscilación como algo inconsciente, mecánico.

Los hermetistas han descubierto métodos para eludir los efectos de este principio universal. Emplean la ley de neutralización, aunque no pueden impedir que opere este principio. La conciencia no queda afectada por el ritmo es tanto que pertenece al aspecto inmutable y eterno del ser humano. El hermetista debe mantenerse firme en una posición consciente para no ser esclavo de los altibajos de los estados de ánimo, sentimientos y emociones, sensaciones de dolor y placer.

Podemos oscilar sin darnos cuenta de un lado positivo a otro negativo de la razón al racionalismo rígido con la constelación de la Virgen, por ejemplo, o de un extremo amoroso a otro pasional y posesivo del sentimiento con la constelación del Toro, por ejemplo.

Pero la conciencia nos evita perder la energía psíquica a causa de tanta oscilación emocional y mental. Si nos focalizamos en la conciencia, hacemos centrípetas las energías, que, bien canalizadas, nos darán mayor seguridad y estabilidad.

Sexto principio. De acuerdo con la ley de causa y efecto, los acontecimientos ocurren como eslabones dentro de una cadena coordenada de sucesos. Nada ocurre sin una cadena de causas anteriores. Por eso “la suerte” no es más que un nombre que se le da a esta ley no conocida.

La mayoría de la humanidad se ve arrastrada de forma muy inconsciente por las circunstancias externas (incluidas las radiaciones cósmicas y estelares), por deseos, emociones y pensamientos propios o por los deseos y voluntades de los más fuertes.

Los hermetistas conocen medios y métodos para ascender del plano ordinario de causas y efectos hasta cierto grado, y alcanzar psíquicamente el plano superior para convertirse en causas y no padecer efectos.

En grados muy elevados, los maestros se convierten en causas, si bien no se libran de la ley de causa y efecto en las dimensiones superiores. Forman una parte consciente de la Ley y están bajo el poder de leyes más altas. Todo lo creado está gobernado por la Ley universal del Todo y sus manifestaciones (leyes inferiores).

En la práctica, podemos elevarnos a través de la meditación y de la oración para no ser manejados por los deseos propios ni por voluntades ajenas ni por las circunstancias.

Podemos apelar a la conciencia, a la voluntad consciente, para rectificar nuestros errores (causas) y cambiar así las circunstancias externas desagradables (efectos), y para ayudar a los demás con desinterés.

El Amor consciente y desinteresado es la ley superior que nos hace trascender las leyes inferiores. Significa identificarse con el Ser, con la Ley universal, con los principios inteligentes.

Si hacemos prácticas astrológicas, lo mejor es pedir por el bien de la humanidad (curación, paz, sensatez, buen gobierno...), al mismo tiempo que pedimos por nuestras necesidades.

Séptimo principio. Todo tiene, en todas las dimensiones, sus principios masculino y femenino. Este principio, bien comprendido, contiene la solución de muchos de los misterios de la vida.

El Todo manifiesta este principio en el plano mental en sus aspectos masculino y femenino para crear el universo como emanación. Los dos principios son necesarios para crear, producir, generar y regenerar. La sexualidad es una manifestación de este principio en lo físico y lo psíquico.

Incluso dentro de cada ser humano hay un principio masculino (que da impresiones) y otro femenino (que recibe impresiones). Lo normal sería que los dos principios masculino y femenino de una persona obraran de forma conjunta y coordenada, pero por desgracia el principio masculino de los seres humanos es demasiado inerte y perezoso y de poca voluntad. El hombre y la mujer corrientes descansan casi exclusivamente en su principio femenino y se contenta con vivir ideas y pensamientos que vienen del principio masculino de otras mentalidades.

Nuestro propio Ser espiritual tiene un aspecto masculino (Padre) y otro femenino (Madre), que han dado origen a nuestra alma, nuestra conciencia.

Las inteligencias que gobiernan la naturaleza también son a la vez poseedoras de un aspecto masculino y otro femenino.

Podemos desarrollar los dos principios masculino y femenino de forma más armoniosa dentro de nosotros, si nos aplicamos en esta educación más integral que abarca todos los aspectos del ser humano: intelecto, emoción, movimiento, instinto, sexualidad, todo a través de la conciencia.

Podemos regenerarnos, si utilizamos sabiamente las vibraciones más altas para elevar nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestro espíritu. Por medio del amor, la conciencia y la voluntad podemos realizar dentro de nosotros lo que realmente somos (el Ser).

La filosofía hermética debe emplearse, practicarse, para obtenerla como conocimiento y como certeza.


Hermes y Osiris 

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