viernes, 24 de marzo de 2017

El aroma de Bitinia, Jaime García-Torres Entrala



En la provincia conquense, a unos 36 kilómetros de la capital de provincia, la localidad de Valeria se caracteriza por tener restos arqueológicos y una interesante fortaleza hispanorromana, que de alguna forma ha permitido que se conserven restos romanos, visigodos y medievales. La cercana localidad de Valera de abajo, más cerca al embalse de Alarcón, también tiene singulares vestigios de la antigüedad. En el Museo Arqueológico de la provincia se expone una original inscripción funeraria romana hallada en el yacimiento de Valeria: un epitafio doble con los nombres de “Publicius Asmenus” y de “Iulia Auctilla”.

El escritor granadino Jaime García-Torres Entrala, premio de novela histórica “Ciudad de Valeria”, vio en 2013 publicada su novela EL AROMA DE BITINIA, dentro de la cual, como parte de la trama, se explica el motivo de la presencia de Publicius Asmenus en la ciudad de Valeria, lejos de su amada Iulia y de su Roma natal.



Cuando uno lee la novela, tiene la sensación de que casi podría usarse como ejemplo didáctico en un colegio para enseñar lo que era la Roma de la República, con sus costumbres, sus fiestas, sus instituciones y sus corrupciones, porque el protagonista, Marco Horacio, se lo va explicando a su hijo, y así aparece lo que es la Roma de entonces: creencias sobre el Más Allá; los Lares; historia tradicional de la ciudad, como la del rapto de las Sabinas; la fiesta de Atis y Cibeles, y demás.

El mismo autor afirma en una entrevista su deseo de romper con el código Hays de autocensura que sirve como patrón en todas las películas de "peplum":

"El Aroma de Bitinia es una reivindicación del romano latino y republicano, que dista bastante del personaje que nos ha ofrecido la cinematografía clásica. Se ha intentado reflejar en la novela, sin censurar nada, a un romano auténtico, mediterráneo y con un marcado carácter hedonista."

Resulta agradable observar la acción novelesca desde una familia patricia romana, cuya casa en la capital y casa en provincias y todo su ambiente se dibuja. Es importante desde el principio señalar en el protagonista el sentimiento de familia patricia y de clase social (después será crucial al final de la narración), y cómo trata de inculcárselo a su hijo.

Destaca en el protagonista, Marco Horacio, el afán de analizar, de indagar como fuerza moral para salir de las dudas que le angustian y como fuerza motriz de la novela. Parece moverse según la frase ciceroniana que aparece como cita inicial del libro: “Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo”. Lo que le inquieta es por qué ha sido asesinada una joven durante las fiestas de las Lupercales.





No deja de darle vueltas al asunto, aunque unos y otros le digan y le insinúen que deje de investigar. El resultado de sus pesquisas irá dando giros nuevos que sorprenderán al lector. Se nota en ello la profesión, en el ámbito de las leyes, de Jaime García-Torres Entrala.

El ambiente político que se perfila detrás de esta acción de investigación, pero también imbricado en la muerte investigada, es la conspiración que Catilina preparaba contra la República y el modo en que el cónsul Cicerón, del que Marco Horacio es amigo, va descubriéndola. También se van recorriendo diferentes escenarios: el mercado de ganado, la basílica de los tratos y los juicios, los tugurios de mala muerte, los baños medicinales, los juegos en el circo, la villa de provincias, los campesinos empobrecidos que emigran a Hispania (entre ellos “Publicius Asmenus”), etc.

A un lector que estuviera en Roma y en Toscana no le resultaría, por ello, difícil situar cada escena de esta novela en su lugar correspondiente: en el Palatino, el Aventino, el Foro, el Circo, etc.


Personajes notables de la novela son Celio, el encantador hijo del protagonista; su esposa, Sevine, cuya personalidad se va tornando más misteriosa; su criado Dionisio, que le instruye en la oratoria, asunto destacado en la novela, y mantiene con él un “tira y afloja” de afectos amistosos y prejuicios sociales; el médico Asclepiades y las discusiones científicas; el inquietante vagabundo y vaticinador Bucco (“con dinero no te libras de tus zozobras”); los comerciantes Aulo, Cayo Ulpiano y Clodio; el liberto Lucio. La mujer llamada Claudia, amante de Marco Horacio, parece conocer el mundo sórdido de quién es quién en Roma y qué hizo, aunque la hipocresía social todo lo oculte.

Lejos del estilo fofo, abstracto, oficinal de muchos licenciados, incluso de éxito, que escriben novelas históricas, el estilo del autor Jaime García-Torres Entrala impacta positivamente por la sobriedad, por el empaque de la expresión, el afán de ser concreto, seguramente por la cultura latina y jurídica de fondo. Hay un par de anacronismos. Pero estos detalles no deben empañar la calidad general, la amena variación de escenarios, la descripción de los procesos y estados de ánimo, el temple reflexivo y narrativo de “El aroma de Bitinia”. Felicidades a Jaime García-Torres por la novela y por el premio. Esperamos sus próximas creaciones literarias.


Entrevista completa en:
jaime-garcia-torres-entrala


EL LECTOR DE SUEÑOS de Jaime Gacía-Torres Entrala

Es interesante remarcar que, dependiendo de los historiadores y los eruditos en que se basan los novelistas, estos aceptan ciertas ideas, costumbres y creencias del periodo novelado, e insisten más en unos puntos de vista que en otros (*).


En la novela "El lector de sueños", Marco Horacio, patricio y senador, emprende un viaje desde Roma hasta Gades (las islas Gadeiras) para encontrar allí el sosiego y la paz que su vida desorientada necesita. Pero, acuciado por la curiosidad y luego por la intriga, también viaja por una alusión de Julio César y por un manuscrito cifrado. Una tradición cuenta que Julio César estuvo en el templo de Melkart de Gades, allí lloró y suplicó al dios del templo que le hiciera ser más grande que Alejandro de Macedonia y que Aníbal de Cartago.

El protagonista deberá comprender las costumbres fenicias de las islas Gadeiras en una búsqueda llena de vacilaciones, riesgos y coraje. Encontrará al lector de sueños del templo de Melkart, que actúa como un mentor que le ayudará al modo de un psicoanalista a comprender sus pesadillas y recobrar la paz y cierta cordura. A este respecto resaltan las inquietantes entradas de prosa poética y onírica de cada parte de la novela (En la orilla, En el laberinto, En la encrucijada, En las olas, etc.), que reflejan las pesadillas, la agitación interior del romano. Por otro lado llama la atención la autoridad moral, la disciplina, del lector de sueños del templo de Melkart.

Al mismo tiempo, Marco Horacio tendrá que dilucidar, con ayuda de su esclavo y de un guardaespaldas, el enigma de la frase de un manuscrito. Esto le conducirá a toparse con los sacerdotes del templo de Baal Hammón de comportamiento sectario y encubridor. Se complica la trama por la amante fenicia del templo de Astarté, que acompaña a Marco Horacio. Se echa de menos que no se comporte como una verdadera iniciada. Pero, por otro lado, se vislumbra el funcionamiento de la secta sacerdotal por las contradicciones de esta fenicia: "argumentaba de forma errática, intentando razonar lo que ni ella misma era capaz de comprender".





Si el poeta Virgilio hubiera conocido los rincones de la vida griega arcaica, no habría visto en la hija de Príamo un estético "collar de perlas" ni "una corona de oro y gemas" ni otros anacronismos semejantes atribuidos a Dido de Cartago y a la romana Lavinia. Sin embargo, nadie duda de la altura poética ni de la calidad literaria de la Eneida. Sin negar la gran calidad literaria de la novela El lector de sueños, notamos pocos anacronismos de lengua y de cultura. Pero eso es poca cosa en una novela intachablemente editada por la editorial granadina Miguel Sánchez, y bien publicada en los órdenes tipográfico, ortográfico y gramatical.

Nos encontramos con una novela de aventuras con dosis de acción, pero también de hondas reflexiones que dotan al viaje de un sentido iniciático, espiritual. Por eso reconforta ver que el Marco Horacio del principio de la novela (y de la novela anterior, donde aparecía, El aroma de Bitinia) no se parece al Marco Horacio del final de la novela. Ha pasado por una transformación de su forma de ser, de sus relaciones familiares y humanas. Por amor ha puesto en riesgo su propia vida y por querer recuperarse ha confiado en el lector de sueños, el sacerdote de Melkart.

https://cadizilustrada.wordpress.com/tag/astarte/

(*). El punto de vista sobre los fenicios de Cartago de la novelista Laura Fernández Montesinos en:

https://todosobrelemuria.blogspot.com.es/2015/10/anibal-baruck-el-rayo-de-cartago.html

Entrevista a Jaime García-Torres Entrala
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