martes, 11 de septiembre de 2018

BLACKWOOD de Rodrigo Cortés


Una de las razones por las que Rodrigo Cortés se interesó por este proyecto fue porque la mansión Blackwood se diseñó y se levantó en un plató. Casi toda la película transcurre en una residencia para chicas difíciles y perdidas, para la cual se diseñó y construyó cada habitación, cada pasillo, el salón de baile, el gran vestíbulo, cada puerta, cada suelo. Sólo un par de localizaciones son naturales, el resto ha sido levantado por el equipo artístico.

La película Blackwood cuenta, dentro de su elegante estilo, con la sugestiva presencia de Uma Thurman haciendo de Madame Duret, un personaje misterioso, sofisticado, amante del arte, comprensiva, al menos en principio, con las jóvenes que ha elegido. Cinco adolescentes problemáticas, interpretadas por Anna Sophia Robb, Isabelle Fuhrman, Rosie Day, Taylor Russell y Victoria Moroles, se ven acogidas en un programa de enseñanza en el internado Blackwood.

El director Rodrigo Cortés ha querido plasmar una alegoría sobre la fase dolorosa e inexorable del crecimiento y del autoconocimiento, en la edad tensa y difícil en la que todo resulta dramático, en la que se vive sin ser del todo niña ni del todo mujer, en la que les toca decidir quiénes van a ser en el futuro.

Para ello ha trabajado con eficacia, estrecha y cordialmente con las actrices para llegar con ellas a lugares comprometidos, llenos de humanidad, para sacar de ellas tanto sus certezas como sus seguridades, y ha creado una amenaza creciente, tan indefinible como tangible mediante el sonido, la música, el perturbador sentido óptico, visual, fotográfico que altera espacios y tiempos para difuminar la frontera entre realidad y sueño

Al director le atrajo el tema del precio de la creación y el desgaste del talento. Los artistas, músicos, pintores, poetas, tienen algo por lo que pueden traer cosas del otro lado. Por aquí se alcanza al tema central del film. Las chicas han sido elegidas, sin saberlo y sin quererlo, como mediadoras o mediums con artistas que murieron jóvenes y que dejaron sin acabar su obra. La facilidad del personaje interpretado por Anna Sophia Robb para comunicarse con el más allá le viene dada por cierto trauma relacionado con la muerte de su padre.

Cuando el personaje de Anna Sophia Robb se empieza a dar cuenta de que ella y las otras chicas sólo están repitiendo, como unas autómatas convulsas y poseídas, las obras de los artistas del pasado, se desvanece el halo romántico que tiene el ambiente escolar y paisajístico al principio para dar paso a las verdaderas intenciones de la profesora Duret, convencida de sus delirantes, pero inhumanos proyectos artísticos donde no existe ni inspiración ni imaginación creadoras, sólo réplicas. El colegio no debería ser eso, sino el verdadero catalizador de los talentos artísticos que realmente tienen en su alma, no valerse de esas almas para repetir sin sentido.

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