domingo, 30 de noviembre de 2014

LOS CELTAS EN ANDALUCÍA

Cuando se habla de los celtas de la Península Ibérica, es opinión común situarlos en los actuales territorios de Portugal y Galicia y nombrarlos como celtíberos en las Mesetas Centrales. Pero también es cierto que estuvieron, de forma más dispersa, y se desplazaron por el Pirineo y por los territorios que actualmente se conocen como Cataluña, Extremadura y Andalucía.

Al mismo nombre “Andalucía” cabe atribuirle, de acuerdo con los estudiosos de la lengua, un origen céltico por su primer componente, “Ande”, que en lengua céltica es un adjetivo con sentido aumentativo, que significa “grande”. Coincide asimismo con el nombre de un pueblo de la Galia: los Andes o Andecavos, situado en la actual Anjou. Se refuerza este hecho con lo que dicen los autores antiguos, como Ptolomeo, que menciona una "Bética céltica", o sea, la presencia arraigada de celtas en Andalucía occidental, y hace una amplia descripción de la "Beturia céltica". Hay un territorio entre el río Betis (Guadalquivir) y el río Anas (Guadiana) que ocupaban los celtas. El historiador Plinio explica: "Los 'celtici' venidos de la Lusitania son oriundos de los 'celtiberi', y ello se manifiesta por los ritos religiosos, por la lengua y los nombres de las ciudades..." El elemento celta se extiende así por Badajoz, Huelva y Sevilla, y al sur del Guadalquivir, incluso en Málaga (Acinippo, Ronda la Vieja, y Arunda, Ronda)

Otros datos confirman la importancia de los celtas en esta región (Badajoz, Huelva, Sevilla). Una de las divinidades más importantes de la zona - Ataecina Turobri gensis- es de clara raíz céltica. Lo mismo demuestran los nombres Istolacio e Indortes, enemigos de Amílcar Barca; son los caudillos o "jefes de los celtas" (dice Polibio, el historiador).

Provincia de Huelva

Si nos fijamos en la geografía del norte de Huelva, encontramos la sierra de Andévalo. Este nombre, de acuerdo con la lengua céltica, significa “gran muralla o barrera”, pues "Ande" significa 'grande' y “Valon” significa 'muralla'.

Esto confirma la apreciación del historiador Henri Hubert cuando dice que podemos imaginarnos a los celtas de España, que sólo conquistaron las partes menos favorables, repartidos en formaciones dispersas en medio de las poblaciones ligures y vigilando los Estados ibéricos o tartésicos que poseían una fuerza militar considerable. Por tanto, los celtas se situaban en cadenas montañosas, en ciudades fortificadas como las de Mirobriga y Nertobriga en Sierra Morena, y avanzaban cubriendo con una cadena de puestos el país. Se detuvieron en el límite de los valles ocupados ya por los tartesios y por los iberos. Las sierras del Andévalo y de Sierra Morena marcarían ese gran límite o gran barrera.

Se han encontrado objetos de metalurgia, como espadas, en el fondo de la ría de Huelva, que indican hubo explotaciones metalíferas célticas y comercio por vía marítima entre la Europa atlántica y la mediterránea.

Provincia de Sevilla.

Henri Hubert presta atención al nombre del rey de Tartessos dado por Herodoto. Es “Arganthonios”, quien dio dinero a los foceos para levantar la muralla tras la cual la ciudad de Focea desafió durante largo tiempo a los persas. Tartessos era célebre por sus minas de plata; “Arganthonios” es el rey de la plata. En este mítico nombre se puede reconocer la forma céltica del nombre de la plata “arganto”. O bien había celtas en Tartessos –dice Hubert- o la leyenda focea del rey de la plata está mezclada con elementos célticos. Tal rey vivió 120 años y reinó 80, según Herodoto. Debió reinar entre los años 600 y 700 antes de la era cristiana. Habría de remontarse a esta fecha o a fecha anterior la llegada de los celtas a los territorios del río Betis.

Arganthonios viene a ser, pues, el representante histórico de una casta de guerreros celtas, que dejan estelas funerarias en Tartessos. Sobre este elemento militar descansaba el dominio político de Tartessos en la península. Pudieron haber llegado antes (hacia el siglo IX a. C.) del reinado de Arganthonios. Contaban con las aportaciones de las navegaciones atlánticas y con influencias fenicias.

Por Tartessos se exportaban los metales de la Céltica (oro, cobre, estaño) y cerca de Tartessos están los grupos de túmulos hallados en las pequeñas colinas, los Alcores, que llenan el gran recodo que forma el Guadalquivir antes de desembocar en el mar. Son tumbas de incineración con cerámica de caracteres célticos semejantes a los de Aquitania (Francia). Las tumbas de los Alcores son más antiguas que las necrópolis de Castilla. Hacia el 350, Eforo, en su Historia universal, mostraba la extensión de la Céltica hasta Cádiz.

A orillas del Guadalquivir, antes de su paso por la ciudad de Sevilla, está el nombre del pueblo “Brenes”, relacionado con el antropónimo “Breno”, ostentado por el caudillo galo de una expedición por Macedonia y Tesalia hasta Delfos.

Provincia de Córdoba.

En Córdoba se han encontrado algunos tesoros de orfebrería de carácter céltico en Molino de Marrubial, Almadenes de Pozoblanco y Dehesa del Castillo de Azuel. Nuevamente vemos que se localizan al norte, en lugares montañosos: Pozoblanco, cerca de los Pedroches; Azuel, casi en la frontera con Ciudad Real, y cerca de la Sierra Quintana.

“Estledunum” (Estola), cerca de Luque, al sur de la sierra de Baena, es un nombre de ciudad fortificada, más propio de la segunda etapa de la ocupación céltica de España, por su terminación en “dunum”.

Por otra parte, en Almedinilla, cerca de la frontera con la provincia de Granada, se han encontrado vestigios con características célticas.

Provincia de Jaén.

De acuerdo con la arqueología, elementos celtibéricos se infiltraron desde la meseta central a través de los llanos albaceteños hasta el alto Betis (Guadalquivir).

En Jaén se han hallado otros tesoros de orfebrería céltica en Menjíbar, cerca de la desembocadura del Guadalbullón en el Guadalquivir; en Santisteban del Puerto, al norte de la provincia, cerca del río Montizón, que desemboca en el Guadalén; en Santiago de la Espada, cerca del límite entre las provincias de Jaén, Granada y Albacete, en la sierra de Segura.

El emplazamiento de Menjíbar se adentra hacia el sur, y más al sur se han encontrado otros vestigios de orfebrería con caracteres célticos en Martos, como si los grupos de celtas hubieran seguido en parte el curso del río Guadalbullón.

También en el sur de la provincia de Jaén encontramos el nombre de la sierra “Mágina”, que proviene del céltico “magus”, que significa ‘llanura’.

Provincia de Granada.

Por la sierra de Baza pasa el río de nombre “Gállego”, que vendría de un “gallicus”, acentuado en la A, que denota presencia gala.

En los pueblos de Monachil y Purullena han hallado cerámicas y vestigios que plantean como posible la infiltración de rasgos indoeuropeos, que serían célticos, en un ambiente cultural ajeno, de carácter ibérico.

Henri Hubert habla de la ciudad de Acci, la actual Guadix, que tenía un dios de la guerra llamado “Netos” o “Neto”, culto atestiguado por Macrobio y por dos inscripciones de Portugal (cerca de Coimbra) y de Extremadura (Turgalium, Trujillo). Esta divinidad ha sido considerada céltica, pues los goidelos tenían un dios de la guerra llamado Net. Estos goidelos se relacionan con la cultura de Hallstat y constituyen las primeras oleadas célticas hacia Occidente, las más antiguas, las de Tartessos y los Alcores, las de Cataluña y el Pirineo, las del Franco Condado e Irlanda.

Al sur de la granadina Sierra Parapanda está “Brácana”, cuyo nombre se relaciona con los pueblos célticos que tenían por costumbre utilizar “bracae”, esto es, sus característicos pantalones. (Hay otra “Bracana” cerca de la cordobesa Almedinilla).

Provincia de Almería.

En Villaricos, en la costa mediterránea, se han encontrado sepulturas de incineración en fosas con túmulos de piedra, que denotan presencia céltica, y en la Alpujarra almeriense el nombre de “Andarax” nos remite a la palabra céltica “Ande”, que hemos visto al principio.

Cuando uno hace este trabajo de rastreo, se queda con la sospecha de que quizá haya otros enclaves relacionados con los pueblos célticos: al norte de Huelva, por Sierra Morena, el nombre del pueblo y de las minas de “Cala”; en Granada, el nombre del río “Fardes”, que pasa por Purullena, y el nombre del pueblo “Graena”, con su balneario de aguas termales; en Almería, los nombres de los pueblos “Gergal” y “Antas” parecen tener reminiscencias célticas. Las sospechas o hipótesis se basan en semejanzas con otros nombres de lugar, héroes, dioses, mitos y caudillos históricos de los celtas, pero la semejanza no es suficiente razón para afirmar algo.

Conclusión.

Lo interesante de todos estos enclaves es la inteligencia de los druidas y de los reyes de pueblos que dirigía estos avances. Si uno sigue sobre el mapa o con la imaginación la localización de estos nombres, puede ver que se trazan líneas de avance por el territorio andaluz aprovechando valles, cordilleras, puertos de montaña, partiendo desde Sierra Morena, de acuerdo con una dirigida estrategia encaminada a formar una red de puestos intercomunicados, de tal forma que las informaciones de un extremo a otro, dentro de Hispania e incluso dentro de todala Céltica europea, circularan fluidamente. En Andalucía avanzaron hacia el sur cuando se desmembró y se debilitó Tartessos, no iban a conquistar, sino a buscar regiones más ricas. En definitiva, dejaron testimonio de su presencia y de lo mucho que han tomado de otras civilizaciones (armas ibéricas, vasos griegos, objetos de ajuar de tipo cartaginés, etc) y terminaron mezclados o embebidos por los pueblos ibéricos más numerosos.


(Publicado en El Faro, Motril, 9 abril 2002, y en Valle-Inclán y la filosofía de los druidas, Madrid, Devenir, 2010, y ampliado)


VALLE-INCLÁN Y LA FILOSOFÍA DE LOS DRUIDAS
ISBN: 978-84-92877-06-5 • Rústica con solapas. 132 pp.

SUMARIO. La filosofía de los druidas.- Bibliografía selecta.- Los druidas en el cine.- La Andalucía de los celtas.- Sobre el romance del infante Arnaldos.- Don Ramón del Valle-Inclán, el último druida.- Bibliografía selecta.- Epílogo lírico: Henry Vaughan

Editorial
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