En el Tarot está encerrada toda la Sabiduría antigua; se le atribuye al ángel Metatrón, a Henoch, a Hermes-Toth. Por eso constituye el patrón de las medidas en el que quedan expresadas todas las leyes de la naturaleza y del cosmos. En él encontramos los principios fundamentales de la Conciencia, cuya aplicación práctica transforma revolucionariamente al individuo.
El tarot no es un juego de naipes o barajas para entretener a ociosos o curiosos, o para explotar a incautos por parte de codiciosos y falsos videntes. Sin embargo, es el origen sagrado de cosas profanas como la baraja española y la francesa.
La palabra "arcano" significa por lo común 'lo secreto', 'lo incomprensible para el intelecto', pero significa también el 'arca de Noé', la 'vía iniciática' para navegar con pericia sobre el mar inestable de la existencia.
Se llama "arcano" a cada una de láminas del Libro de Toth: hay 22 arcanos mayores y 56 menores. En todos ellos las ideas arquetípicas o trascendentales se expresan por medio de símbolos, ideogramas, números, letras hebreas, signos astrológicos, signos de deidades, etc. que sustituyen a las palabras.
Todos estos símbolos se interrelacionan en la naturaleza. Tienen valor por sí mismos y por su relación con los demás signos.
Las láminas se dividen en tres partes definidas. El aspecto superior es el mundo espiritual del hombre y de los principios inteligentes; el aspecto intermedio es el mundo psicológico del ser humano y de las razones determinantes, el aspecto inferior es el mundo físico y de las razones transformadas en actos concretos.
Los tres aspectos integrados hablan de la totalidad del ser humano. Cada arcano tiene también su axioma trascendente.
Los Arcanos del Tarot hablan a la Intuición no a la Vista ni a la Razón ni a los Deseos que proyectamos. Son el camino para autoconocerse y requieren que los aspirantes antes despierten las virtudes de la Conciencia para no caer en errores.
La bellísima Jane Seymour, cuando hace el papel enigmático y atractivo de Solitaire, es la profetisa de cierto magnate, pero sus poderes adivinatorios dependen de guardar la estricta castidad.
Por eso, pasando al tema trascendente que nos ocupa, después de que el aspirante se haya liberado de la mente sensual y de la mente razonativa, entonces puede utilizar el Tarot para la autoadivinación, para conocer cada uno su vida en los asuntos y momentos más decisivos, rara vez para otras personas.
Para Enrique Eskenazi (1978) el tarot constituye "simultáneamente proyección de cosmovisiones, artefacto mántico, summa esoterica y expresión de la compleja estructura de la psique y del Universo".
Su mayor utilidad es el aspecto mántico o adivinatorio, que puede realmente ofrecernos claves de nuestra existencia: a partir del presente, recoger la sabiduría del pasado, para encontrar la dirección del porvenir.
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